Gran reencuentro

Ayer el delantero Rayner Robinson y el arquero Pablo Camacho se vieron las caras desde otra perspectiva, pero siempre tuvieron algo en común: el partidazo que se fraguaron ambos.

En el caso de Rayner, es atípico que un jugador recién llegado a un equipo como Saprissa –con toda la presión que implica, sobre todo ante la partida de Amado Guevara– se encuentre desde el principio con un clímax de rendimiento. Él desgarró este paradigma y ayer entró con gol, como el día de su debut.

Además, lo hizo contra su exequipo, del cual había salido tan solo unos meses antes en medio de una escaramuza. Hoy, aquello parece no importarle en lo más mínimo. Más bien asegura haber aprendido de lo que él califica como “inmadurez”.

Hoy admite que esto le causó problemas no solo en el Santos, sino también la primera vez que jugó con Saprissa, pero igual asegura que es una etapa superada de su vida y que los réditos de su cambio de actitud son justamente los que está cosechando,

“Siento una gran confianza del Profe y de los compañeros. Cuando volví a firmar aquí me propuse cambiar y venir a darlo todo y creo que se me está dando”, dijo el espigado jugador.

Ante la consulta de si sentía una especial satisfacción por haber vencido a su exequipo, Robinson fue enfático en destacar no solo el cariño que le profesa a Santos, sino también al técnico Rónald Mora.

“A él lo veo como un papá, por dicha ya nos saludamos, hablamos, y no me queda más que agradecerle lo que me enseñó”.

En la otra acera, el arquero Pablo Camacho lucía sereno, seguro de haber hecho lo posible y lo imposible por salvaguardar su cabaña.

“En el segundo tiempo Saprissa se nos vino encima y por ahí hubo una desconcentración que nos costó el gol. Yo iba por la bola, pero me le cambiaron la trayectoria. Sí salgo muy satisfecho porque siento que hice un gran partido. No queda más que repasar los errores para no cometerlos y seguir luchando por los primeros lugares”, dijo el arquero.