Saitama, Japón. Estados Unidos llegó al Mundial de Japón con una sola meta: ganar el oro y recuperar la hegemonía del baloncesto internacional. Lo mejor que podrá hacer es volver a casa con el bronce y otro machucón a su maltrecha reputación.
La derrota de ayer, 101-95 ante Grecia en las semifinales del torneo, es la más reciente cachetada al programa internacional estadounidense, que sufrió su primer tropezón en el mundial del 2002 y terminó de derrumbarse en los Juegos Olímpicos de Atenas.
Estados Unidos enfrentaba esta madrugada a Argentina, que el viernes perdió 75-74 contra España en la otra semifinal.
“Para nosotros es una sorpresa perder cualquier partido”, comentó el delantero Carmelo Anthony, el único que brilló ante los griegos con 27 puntos.
Anthony estará sorprendido. El resto del planeta no.
El básquetbol estadounidense ya ocupa oficialmente un asiento trasero en campeonatos internacionales. Equipos como Argentina y España –los otros semifinalistas del viernes– y ahora Grecia lo superan por mucho en sincronía, técnica y disciplina.
La razón es sencilla. La mayoría de sus oponentes prácticamente se criaron juntos desde las categorías inferiores, mientras que Estados Unidos apenas comenzó a armar una selección hecha y derecha con la contratación de un director general (Jerry Colangelo) y el entrenador Mike Krzyzewski para este Mundial.
“La medalla de oro era nuestra meta y cualquier otra cosa es un fracaso. Ahora tenemos que prepararnos para clasificarnos el próximo verano”, comentó Colangelo.
El artífice de esta selección se refirió a la clasificación para la Olimpiada de Pekín 2008, a donde los norteamericanos, alguna vez considerados invencibles cuando integraron astros de la NBA a su selección, seguramente llegarán como uno más del montón.
Grecia demostró en semifinales que el juego en conjunto es más importante en el baloncesto internacional que en la NBA, donde muchas veces son las movidas individuales las que dictan la acción.
Los griegos llegaron a estar abajo por 10 puntos en el segundo parcial, pero con una sencilla jugada –la cortina y el corte hacia el canasto– desmantelaron la defensa hombre a hombre estadounidense.
Luego frenaron a los tiradores con una efectiva zona, y el resto es historia.