Heredia . Otra pequeña historia de 90 minutos con los signos vitales de la emoción. De nuevo, el paso de la estrategia al fervor táctico introduce variables que no siempre logran controlar los técnicos. ¿Qué ocurre cuando un artillero pierde la ocasión de abrir la cuenta mediante un lanzamiento desde el punto de penal?
Sucede que el yerro somete a la adrenalina al efecto del bumerán. La moral del que falla decae, mientras que, al salir bien librado, el contendiente que sufrió la sanción, crece.
¿Qué pasa si un jugador experimentado, como el florense Jafet Soto, se excede en reclamos ante una tarjeta injusta?
Que sigue una segunda amarilla y, por ende, la cartulina roja.
Ambos factores, suscitados en el primer lapso del choque de punteros ayer, perjudicaron al Herediano. ¡Decisivamente!
Por el contrario, la fidelidad que observaron los hombres alajuelenses con el libreto que les dictó su técnico, al tenor de la mente fría y el corazón caliente, deparó a los monarcas una gran victoria en un reducto sumamente difícil.
La Liga dos, Herediano uno. ¡Qué partidazo!
El anfitrión abrió el abanico de las opciones en el minuto cinco, cuando un tiro libre cruzado de Rodrigo Rocky Cordero estuvo a punto de vencer al arquero Álvaro Mesén, quien quedó por instantes cegado por el sol. El misil pasó de lado.
Y encontró la ocasión franca en el 25í. Luis Antonio Marín empujó a Rónald González dentro del área en un tiro de esquina. Y el juez dijo penal.
Whayne Wilson cobró duro y a la izquierda del arco, adonde voló Mesén para desviar con categoría.
La situación se agravó para los rojiamarillos cuatro minutos más tarde pues el mediocampista Jafet Soto se dejó expulsar infantilmente.
Hasta entonces, alternando el toque y la circulación por ambos costados, Jafet crecía como figura.
¡Era el ideólogo!
Lógicamente, la tempranera ausencia de Jafet Soto metió en apuros a los locales, a tal punto que el Rocky Cordero tuvo que sudar sangre en el mediocampo, para pelear el dominio en esa franja estratégica, ahí donde se fraguan las victorias... O sobreviene el dolor.
¡Por el todo o nada!
Los equipos se fueron al descanso con el cero a cero en los cartones.
En la segunda fase, Carlos Watson introdujo dos variantes: Geovanny Jara y Mínor Díaz. ¡Quería la victoria!
En el bando erizo, Erick Jiménez relevó a un inadvertido Scott. Y el choque entró en sus mejores momentos.
Un pase magistral de Wílmer López le permitió a Bryce acelerar por el corredor derecho y vencer a L¥éster. Uno a cero, al 54í.
¡Fiera herida!, Herediano buscó el empate. Jara abrió a Sunsing, este amagó por la izquierda y lanzó un centro que Mínor Díaz envió a la red. ¡Con el alma!
El equipo de Watson sintió que podía ganar y buscó afanosamente. Mas, alentados por el empate e ilusionados con la posible victoria, descuidaron la parte baja.
De ello se aprovechó el monarca, que reeditó la filosofía de su libreto: Mente fría, sangre caliente. Midió sus fuerzas y cargó otra vez.
Bennett le cometió una falta a Carlos Castro y, de nuevo, penal, en esta ocasión, en favor erizo. Con la certeza del francotirador, Rolando Fonseca derrotó a Léster. Dos a uno.
El juez cerró su pésima jornada al expulsar a Pablo Izaguirre, y el choque tocó a su fin.
La idea y la sangre. Mientras la Liga mantuvo su lealtad con el guión, los hombres de Carlos Watson tuvieron que pagar, muy caro, el precio de su fervor.