Segunda parte. ¡Las cosas del futbol! Un encuentro contra el West Ham United, de Inglaterra, es el recuerdo que los integrantes de la Liga Deportiva Alajuelense que dieron la vuelta al mundo, en 1960, guardan como un tesoro.
¡Las vueltas de la vida!, un juego ante el West Ham de aquel tiempo, el mismo donde hoy milita Paulo César Wanchope, nuestra máxima figura del balompié actual...
Los flemáticos ingleses no se pudieron contener. La tribuna entera fue un solo canto y agitó miles de pañuelos blancos en un gesto vivo de aprobación y cariño.
A pesar de que los nuestros perdieron, 2 a 3, con autogol en los minutos finales, la Liga se los echó al bolsillo.
De la euforia en las gradas del estadio londinense de los Martillos , la grata impresión se plasmó en las estadísticas, según consignó el anuario del futbol británico, que calificó al equipo manudo como el mejor de cuantos los visitaron ese año.
Tiempo implacable. Los muchachos que capitaneó el chileno Hugo Tassara Olivares, ya no están en la cancha. Sin embargo, el prodigio de la memoria los vuelve a juntar cada vez que se estrechan las manos.Y se visten de nuevo. De rojo y de negro.
En esta segunda entrega de las dos giras alrededor del mundo que realizaron hace cuatro décadas el Deportivo Saprissa y la Liga Deportiva Alajuelense, en 1959 y 1960, respectivamente, Tassara volvió a tomar la batuta. El entrenador abrió el diálogo en el que también tomaron parte sus pupilos Carlos El Aguilucho Alvarado, Carlos Cuca Herrera, Wálter Pearson y José Luis Vivo Quesada.
¿Qué clase de futbol me iré a encontrar en Costa Rica?", cavilaba don Hugo hace ya tantos años, mientras volaba con destino a este país, para asumir las riendas de los erizos.
Para él fue grato comprobar que su nuevo cuadro se parecía muchísimo al estilo de clase, garra y cohesión humana de su Colo Colo entrañable.
"Gracias a Dios llegué al equipo que justamente representaba lo que yo entendía como futbol, en esa época. Siempre la mejor táctica ha sido la lucha de una familia conformada por 11 hermanos que suben y bajan juntos", expresó el técnico.
En la boca del lobo
"Hay que agradecerle al empresario austríaco Max Gold por su gran fe en el futbol costarricense. Después de llevar al Saprissa a su exitoso periplo, pactó lo mismo con la Liga y realizó las conexiones y los compromisos futbolísticos en un viaje que realizó él solo, previamente", recordó Tassara.
"Nosotros viajamos al corazón de Europa y nos tocó bregar en campos muy difíciles en Holanda, en Inglaterra, en Checoslovaquia, donde se jugaba ñy se juegañ un futbol de altísima calidad", añadió.
La base del plantel la conformaron los jugadores que obtuvieron tres títulos seguidos, 1958, 1959 y 1960. Se trataba de un equipo muy compacto, reforzado con cuatro piezas fundamentales: José Manuel Manelo Villalobos, del Herediano y los saprissistas Felipe Induni, Marvin Rodríguez y Rubén Jiménez.
Marvin fue "el mejor jugador de la Liga en toda la gira" y "un modelo de compañerismo", mientras que Induni estuvo estupendo al adaptarse rápido a los distintos climas y, en 16 de los 24 juegos, "llevó sobre sus hombros la cuota de responsabilidad en el difícil puesto de arquero", resaltó el historiador Armando Mórux en su libro de la historia rojinegra.
A juicio de Tassara, los cuatro refuerzos se compenetraron maravillosamente con el conjunto. "Inclusive ñdijoñ, sin darnos cuenta, fuimos precursores del sistema del 4-3-3, que se conocería en el Mundial de Inglaterra, seis años más tarde. Nos adelantamos al tiempo, porque contábamos con creadores maravillosos, como Marvin, Cuca y Juan José Gámez, aunque sería injusto resaltar el aporte de unos pocos, si la base del éxito fue el esfuerzo colectivo".
Una hermosa copa que les obsequió el Sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, y la bitácora de la gira, que trajo Wálter Pearson, ocuparon la mesa principal del salón de sesiones de la junta directiva alajuelense, donde se realizó el encuentro de estas glorias.
Pearson restableció la precisión cada vez que las fechas se confundieron, entre la emoción del diálogo y la pátina inevitable del tiempo. "Durante tres meses y medio fuimos embajadores de Costa Rica", comentó el exatacante.
"Esa gira ñagregó Pearsonñ muy pocos equipos en el mundo la podrían realizar. Nos rozamos con mucha gente y conocimos tantos países que de ello uno podría derivar la siguiente reflexión: en la búsqueda de la felicidad, que es la máxima aspiración de los seres humanos, hay países que se comportan como un solo eje en esa dirección, mientras que a los habitantes de otras tantas naciones del mundo, ese afán nos cuesta cada vez más".
Fuego cruzado
"Alguien tiró una botella y se la pegó a un oficial", intervino Carlos Cuca Herrera, al referir el serio incidente en que los manudos se vieron envueltos en el estadio nacional de Yakarta, Indonesia, mientras bregaban contra la selección de ese país.
"Resulta que allá ñcontinuóñ se acostumbra realizar apuestas, y, posiblemente, como íbamos ganando ese partido, a más de uno de los espectadores no le iban a salir los cálculos. En un momento dado, me expulsaron del campo. Venía yo para afuera y de súbito, se soltó la balacera. En cuestión de segundos, el techo de la gradería quedó como si fuera un cedazo...".
¿Y los jugadores?
"Imagínese, nos tiramos al suelo", dijo Cuca . "Boca abajo", agregó, lacónicamente, Carlos Alvarado, quien, precisamente, se despidió del futbol federado tras esta increíble experiencia.
"La cosa fue delicada", añadió Pearson. Hubo dos muertos y 14 heridos, según la prensa de la época. "Tuvimos ñprosiguióñ que abandonar el estadio en un vehículo blindado. Y al día siguiente, la presencia de la Liga volvió a llenar el inmueble. Imagínese que, entre Singapur e Indonesia, jugamos cuatro partidos en siete días y todos los ganamos".
Además de las dificultades que las personas suelen enfrentar en países extraños, a la delegación rojinegra le afectó el clima, un factor decisivo en el rendimiento del conjunto en muchos de los juegos.
Los futbolistas tuvieron que lidiar con las bajas temperaturas con indumentarias simples, inapropiadas para condiciones extremas.
"En una de esas oportunidades, en Inglaterra, casualmente, sin que los muchachos se percataran del todo, les pusimos cognac en el café, para que se calentaran", confesó Tassara... "Con razón sabía tan rico", agregó el Aguilucho Alvarado. (Risas)
"Hacía un frío de los diablos", recordó Vivo Quesada. "Por cierto que una vez en Praga, cuando salíamos del hotel, a mí se me ocurrió gritar: ¡cierren la refrigeradora!"
"Realmente fue una gira pesadísima", amplió Vivo Quesada. "Cuando perdimos una conexión aérea con Zurich (Suiza), tuvimos que viajar en un bimotor destartalado y llegamos a Checoslovaquia a las tres de la mañana y ese mismo día, a las tres de la tarde, nos echaron al Estrella Roja de Bratislava; aquello fue una locura..." (la Liga cayó 6 a 1).
"Una de las cosas que más rescato de esa extraordinaria aventura ñcomentó Carlos Alvaradoñ es el valor que nos dieron este Vivo Quesada, quien es capaz de salir con cualquier tontera para espantar la tristeza, y el masajista Hernán Rímola, dispuesto permanente y pacientemente a brindar su mano amiga, su palabra de consuelo, en los momentos difíciles que tuvimos que vivir, tan lejos del terruño, y disminuidos físicamente, en el último trecho".
El respaldo recíproco es el factor que más resaltan los manudos, de la misma forma en que lo sintieron los saprissistas en su oportunidad. "Teníamos un conjunto musical", agregó Tassara.
¿De veras, quiénes lo integraban?
"Bueno, yo era el guitarrista, aunque con un aparato electrónico que me costaba dominar", dijo el entrenador. "Yo fui uno de los cantantes", comentó Pearson. "Y Cuca , con esa voz que tiene", bromeó Carlos Alvarado.
"Te acordás cuando la Rata (Rubén Jiménez) y yo nos compramos una plancha y montamos una dry cleaning ", intervino Cuca Herrera, quien fue el único, junto a Gámez, que realizó la proeza de alternar en todos los partidos de la gira.
Los demás se animaron, y surgieron anécdotas. "Salimos a caminar por las calles de Curazao y, por supuesto, Wálter (Pearson) y Orlando Chambers iban con nosotros. Y entonces se me ocurrió pedir: ëdon Hugo, cuide que no nos cambien a nuestros negros por dos troncos de acáí...", recordó Vivo Quesada.
La atrevida y costosa aventura había arrancado el 17 de setiembre en el aeropuerto El Coco , en Alajuela, y finalizó allí el 5 de diciembre, de donde partió un recibimiento apoteósico de los simpatizantes rojinegros. Necesitó 78 días para recorrer 23 lugares lejanos, donde celebró 24 juegos en los principales estadios de 11 de los 17 países visitados.
El retorno fue prematuro, pese a que se tenían pendientes duelos en Seúl, Taipei, Manila y Los ¡ngeles, hasta completar 28 partidos. Los contratos estaban firmados hasta Hong Kong y los otros serían negociados, pero pesó más el criterio de los contratistas y los expedicionarios.
Prevalecía el desgaste físico y una pérdida económica, pues el empresario Max Gold admitió entonces que no hubo superávit, a diferencia de la gira del Saprissa, en 1959, que dejó ganancias al club por $6.250.
También los desmotivó el mal tiempo que se toparon en Corea. "Empezó a nevar fuerte y la cancha tenía cuatro centímetros de nieve. Estábamos cansados y con nostalgia. Queríamos regresar para ver a la familia y disfrutar la Navidad, después de tres meses de intensa gira", explicó Alvarado.
Tiempo y distancia. Los hombres de Tassara ya no pisan los campos. No obstante, el prodigio de la evocación, los vuelve a juntar. Cada vez que se estrechan las manos, se visten de nuevo. De rojo y de negro.