Junto a los cuadernos, lápices y uniforme de ‘física’, Roberto Sawyers llevaba en su bulto de colegio un martillo de 7,26 kilos.
Con la espalda arqueada por el enorme peso, este vecino de Barrio México cargaba al Liceo de San José, donde cursó la secundaria, aquel pesado implemento que se convertiría en su compañero de vida y la herramienta para labrar un futuro.
De lanzar en calles de lastre, en las que había que parar cuando venían carros, en un lote junto al antiguo botadero de Río Azul, ahora este gigante josefino se ubica en el puesto 26 del ranquin mundial de lanzamiento de martillo.
Prueba de su progresión es que desde el 2004, cuando vivía en el país, hasta el 2015, radicado en Puerto Rico, pasó de lanzar 50 a 70 metros.
“Fui a un torneo en México, en el 2004, donde gané la primera medalla para el país en martillo en un torneo Centroamericano y del Caribe, y allí había unos visores puertorriqueños que luego me contactaron”, recordó Sawyers desde San Juan, capital de la isla estadounidense.
Aquella competencia cambió la vida del joven de raíces limonenses nacido en Barrio México, debido a que en el 2006 se marchó a la isla caribeña con una beca.
“La Universidad Metropolitana me ofreció hospedaje, alimentación, libros y plata para vivir. Fue una beca deportiva que me permitió graduarme como sicólogo y, luego, por el buen rendimiento en los torneos, me dieron una maestría en administración de negocios que ya concluí”.
Conforme estudió, Tito, como le llaman, incrementó la fuerza de sus 109 kilos de peso y 1,81 metros de altura, y mejoró el estilo en una de las pruebas más técnicas que tiene el atletismo.
Prueba de su crecimiento es que el pasado 28 de marzo lanzó 71,85 metros en el Grand Prix Sudamericano, en Argentina, alcanzando medalla de plata y clasificándose a los Juegos Deportivos Panamericanos que serán este julio en Toronto, Canadá.
Junto a Jam Cancell, entrenador, Sawyers está enfocado en alcanzar sus primeros Juegos Olímpicos (Rio 2016), así como aquel 28 de marzo se convirtió en el primer lanzador tico que llega a unas justas continentales.
“Mi progresión no ha sido sola, detrás hay mucha gente, como el Comité Olímpico de Costa Rica, la Universidad Metropolitana, el Icoder y la Fecoa. Ahora mismo no trabajo porque trabajo de lleno en mejorar como atleta”, dijo.
“Quiero romper el paradigma de que somos minoría por ser un tico lanzador, tengo ese compromiso que me enseñó mi madre, quien se sacrificó por mí”.