Buenos Aires
“Humillación mundial”, tituló Marca en su página de Internet, después de que Robben y Van Persie, Holanda toda, carneara a España y la dejara con las vísceras al aire. Al día siguiente, en su edición impresa, sobre un fondo negro, también en letras descomunales, el mismo Marca pone, como si fuese cuestión de decidirlo nomás: “Arreglad esto”. Portada parecida a aquella célebre de El Gráfico cuando Colombia apaleó a Argentina 5 a 0, la que solo decía: “Vergüenza”. Porque el 5-1 de Holanda, como aquel histórico 5 a 0, son golpes directos al orgullo.
Arreglad esto... Imperativo, simpático. Como si ahora se encerraran en una pieza el capitán Smith (Del Bosque) y seis o siete de sus oficiales (Casillas, Sergio Ramos, Piqué, Xavi, Iniesta, Busquets, Xabi Alonso) y se dijeran: “Bueno, señores, dejémonos de embromar y enderecemos este barco. ¡A ganar...!”
Esto nos recuerda al Mundial de Alemania ‘74, cuando Argentina llevó un grupo fantástico de jugadores (Fillol, Kempes, Babington, Brindisi, Houseman, Ángel Bargas, Ayala, Heredia), todos con 22, 23 años, y se estrelló contra el Muro de Berlín, que aún existía. En la gira previa enfrentó a Holanda, la Naranja Mecánica , que era un arma ultrasecreta, todavía ignorada por las incautas selecciones del Tercer Mundo, sobre todo la más incauta: la nuestra.
Ganó la Naranja 4-1 con una superioridad notable. Veinte días después, ya por el campeonato, volvieron a medirse y hubo otros cuatro naranjazos: 4 a 0, con baile de escándalo: los argentinos no sabían dónde estaban parados.
Entonces surgió una leyenda, graciosa. Dice que, en el entretiempo, el técnico argentino –Vladislao Cap–, juntó a los jugadores y los arengó: “Bueno, muchachos, basta de moños y hagan goles”.
Algo así pide Marca : levantaos, ganad, traed de nuevo la corona... ¡A propósito: envió 13 periodistas a Brasil a cubrir el Mundial de punta a punta. ¿Los dejará? ¿O vendrá la contraorden? Volved.
Extra , un periódico popular de Río de Janeiro, publicó en tapa una gran foto de un gol de Robben con un título enorme y genial: “Ex-Panha”. Una inspiración de su editor. Y en los medios españoles aparecieron cientos de los clásicos “memes” pospartido. Uno de ellos, notable, decía: “Menos mal que tenemos a Iker, que sino nos meten cuatro”. Realmente, tuvo el peor desempeño en sus 15 años de Primera División; pero es tan hidalgo que lo reconoció.
Más cómico que todo ello ha sido el comentario de Xabi Alonso, muy flemático él: “Hay cosas que mejorar”. Sí, el planteo, la defensa, la delantera, el mediocampo. Sergio Ramos, por su parte, sentenció: “Hablar de fin de ciclo es una auténtica locura”. ¿Cuándo terminan los ciclos..., cuando mueren los jugadores? El presidente del Barça dijo lo mismo: “Aquí no hay ningún final de ciclo”. Ya cambiaron tres técnicos y vana vender 10 jugadores y comprar nueve.
Tras el penal obsequiado por Nishimura a Brasil, Olé , de Argentina, en su edición digital, tituló fuerte: “Arrancó robando”. Hablaba de Brasil. A la mañana siguiente, dio toda la portada al penal y tituló más jocoso: Jugó Robinho”.
A su vez la portada de Lance , el diario deportivo más popular de Brasil, estaba llena de chispa: “La Copa es nuestra. Neymar es nuestro, Oscar es nuestro, el gol de Croacia es nuestro. Y el juez también: todos es nuestro”. Genial.
Pero acaso más divertido que eso fue Fred, el centrodelantero que inventó el célebre penal, cayendo como si le hubiesen pegado tres tiros a quemarropa. “Hay una conspiración contra Brasil”, dijo el atacante, refiriéndose a las críticas a Nishimura. No se inmutó.
El 3 de junio último, en un amistoso frente a Japón previo al Mundial, Costa Rica perdió 3 a 1 y El País de Uruguay encabezó la nota con un duro “Costa Rica”. Antier le llovieron cientos de mensajes.
El Mundial es un show en sí mismo; la prensa en el Mundial, otro. Es tan gravitante su papel, que nos preguntamos: ¿serían posible los Mundiales sin el periodismo? Contestamos: no tendría objeto.
Decía Vicente Blasco Ibáñez, gigante de las letras españolas: “El destino del periodista consiste en dar noticias en estilo grato e impresionante. Cuando un padre llega a ver a sus niños, antes de que se acuesten, estos con ojos ansiosos y le dicen: ‘Papá, cuéntame un cuento’. Eso es el periodismo: el niño, el eterno niño del público que pide la maravilla de un cuento nuevo todos los días. El editorial sesudo, la noticia impactante, el parte policial, la crónica de arte... Obedece al más fuerte deseo humano después del hambre: la curiosidad”.
Es tan importante mirar los partidos como leer o escuchar qué se dice después. Ya podemos afirmarlo sin el menor reparo: nunca un Mundial tuvo un inicio tan espectacular como este. Por lo general, las primeras fechas son de juego conservador, los rivales se estudian. Ahora, en cambio, todos están convencidos de que el empate no sirve, los chicos no temen a los grandes y todos están nivelados y bien preparados. Buen ejemplo es Costa Rica, la forma en que salió a ganarle a Uruguay fue notable.
Los más felices con este comienzo, más que los hinchas, son Dilma Rousseff y Joseph Blatter, quienes la tarde de la inauguración parecían acurrucaditos en sus butacas, sin moverse. Tan promisorio comienzo de Mundial ha cambiado el foco de la noticia. Nadie habla de atrasos en las obras, las protestas sociales, el costo de los estadios.
La fuerza huracanada de la pelota (bien jugada) dejó de lado toda noticia que no sea fútbol propiamente dicho.