La Selección Nacional terminó de hacer el martes su maleta a los octavos de final con un empate ante Inglaterra, un resultado que distó un poco de la algarabía de los triunfos previos pero que de ninguna forma hay que dejar de aplaudir.
Ese punto ante otro campeón del mundo le alcanzó a la Tricolor para ratificarse (aún más) como el líder del famoso “grupo de la muerte”, ese apartado de monarcas en el que eclipsó a todos con idéntica dosis de coraje que de fútbol.
En el camino hubo mucho para alabar y casi nada qué criticar, porque a final de cuentas: ¿Qué más se le podía pedir a este equipo?
Costa Rica se va a la siguiente fase con números de ilusión. Fue el líder desde la primera jornada y el único invicto del apartado, el más goleador y el menos goleado entre italianos, uruguayos e ingleses. Es fácil decirlo pero difícil creerlo...
Por si fuera poco, la Sele es parte de un reducido y exclusivo grupo de 11 combinados que no han perdido en lo que va de la Copa, seis de los cuales tendrán que defender ese privilegio entre hoy y mañana.
Es también, de momento, el mejor representante de la Concacaf, con números idénticos a los de México solo que con ese plus de ser líderes de grupo que los aztecas no lograron conseguir.
Estados Unidos todavía tiene ese adorno en el marco de sus posibilidades, pero para lograrlo deberá hincar mañana a la favorita Alemania.
Finalmente está todo lo que condujo a esos números.
Primero, una defensa inquebrantable que mantuvo intacta la férrea imagen de la eliminatoria y que hoy tiene a la Tricolor como el cuarto participante menos vencido: solo un gol recibido de 114 marcados.
Segundo, está la parte de arriba. Brasil es todo el escaparate que se esperaba para Joel Campbell y sacó lo mejor de hombres como Bryan Ruiz, Christian Bolaños y Marcos Ureña, con ellos y otros la Sele ocupa el escalón 12 en el goleo.
Brillo. Aparte de puntos y aplausos, la Selección cosechó elogios en cada una de sus presentaciones. Contra Uruguay, por la sorpresa y el corazón; ante Italia, porque quedó claro que no fue una cosa de suerte sino de autoridad; frente a Inglaterra, porque no parece haber rival que nos baje la cabeza.
En los tres juegos un tico se llevó la honorífica mención de “hombre del partido” y en los dos primeros la reverencia de un planeta entero, esa gran orbe que no metía a los ticos en el radar de las posibilidades.
Y lo último es que hubo fútbol, mucho fútbol... El necesario para anteponerse a Uruguay y llenarlo de goles, el justo para asfixiar a Italia gracias a un pulmón infinito y el sereno para jugar con la obligación de Inglaterra. En fin, un equipo a todo lo largo y ancho del término.
