Milán
¿Dos o tres? La controversia en el número de Giros de Italia ganados por Alberto Contador pone de manifiesto la ambigüedad de la época dominada por el brillante corredor español, ganador este domingo de la edición 98 de la ronda transalpina.
"La gente que ve la televisión, los seguidores, los corredores, todo el mundo sabe que es mi tercera victoria", disparó el 'Pistolero' a sangre fría, cuando fue preguntado por su gesto (enseñando tres dedos) después de asegurar su triunfo final en la víspera.
Los números le avalan, el madrileño es el campeón de las 'Grandes Vueltas' (Giro-Tour-Vuelta) de la década post-Armstrong.
Nueve victorias sobre el terreno, siete en el palmarés, mientras el de 32 años se dirige al final de su carrera -según él y compite en su penúltima temporada-, en busca del doblete Giro-Tour que le negaron en 2011.
Su victoria en el Giro de este año fue mucho más clara que la de 2008, cuando vino casi de imprevisto. "Estaba de vacaciones en la playa cuando me enteré que iba a correr", dijo Contador en aquel momento.
En su fuero interno, Contador nunca aceptó esa sanción retroactiva, proclamada tardíamente en 2012, debido a un positivo en un control antidopaje en el Tour 2010 (por unos nanogramos de clembuterol), del que también fue despojado.
Hasta la fecha, el ciclista alega que esa presencia mínima de clembuterol llegó a su organismo por comer carne contaminada.
Este escalador orgulloso, con un estilo muy fluido, nunca ha ganado una etapa en el Giro, ya que sus éxitos de 2011 fueron retirados. Algo extraño en un corredor que ama ir al ataque, liderando arrancadas de envergadura, sorprendiendo a los rivales. Pero, también es un maestro en el arte de analizar las situaciones de carrera, calcular y gestionar esfuerzos.
Entre otras cualidades, el carismático ciclista práctica la diplomacia.
Cercano al público, siempre habla del calor de los aficionados italianos. Además suele referirse a los adversarios de forma correcta, como le pasó a su perseguidor, el italiano Fabio Aru, como antes era el luxemburgués Andy Schleck. "Me veo reflejado en Fabio", repitió, "no en Landa", el otro corredor en el podio, que desafío su liderato de forma abierta.
De Madrid, la ciudad donde se conocieron sus padres, Francisco y Francisca, cuatro años de su nacimiento, Alberto es un hombre prudente. Pero, cuando saca el carácter pasa a la ofensiva. Sobre la bicicleta y en el equipo, cuando en el Tour de 2009 tuvo que coexistir, de forma tormentosa, con el estadounidense Lance Armstrong, de donde salió vencedor.
"Si bien, es un gran campeón, nunca tuve ni tendré ninguna admiración por él", declaró el orgulloso castellano, con una loable franqueza al termino de ese Tour (2009), donde dejó dos actuaciones memorables en la ascensión al Verbier y en la contrarreloj de Annecy.
Producto de su época, el 'Pistolero' corrió bajo las órdenes de jefes de equipo 'venenosos': Manolo Saiz, que le firmó su primer contrato profesional con la ONCE en 2013, Johann Bruyneel, el apoyo inquebrantable de Armstrong, y Bjarne Riis, despedido de su propio equipo hace dos meses por el magnate ruso Oleg Tinkov.
Riis, al que Contador no defendió abiertamente, sigue estando próximo a él. Ambos viven en Lugano, Suiza. Y se abrazaron en la etapa de esta edición que acabó en la ciudad helvética.
"¿Quién dirige a Contador?", se preguntó el diario italiano Corriere della Sera sin aportar respuestas, pero identificando algunos misterios que rodean al vencedor del Giro-2015. Entre otros, un cambio de rueda antes de la ascensión al Mortirolo, que levantó, según el diario L'Equipe, "los rumores sobre bicicletas y ruedas trucadas". En definitiva, toda una época.