Al lado de un atleta que constantemente revoluciona la historia del ciclismo de Costa Rica y de Centroamérica, como lo es Andrey Amador, está una gran mujer: Laura Segú.
Ella es su cómplice, la que lo orienta, quien lo apoya, es su masajista, hasta disfruta el salir a rodar en bicicleta con él.
Laura, la novia de Andrey, es quien durante la mayoría de etapas decisivas de la inolvidable 'Corsa Rosa' que terminó este 31 de mayo, se encargó de pintar en la carretera el nombre de ese héroe costarricense que con letras doradas y mucha entrega escribió su nombre en el cuarto lugar de la clasificación general final del Giro de Italia.
"La verdad esto significa mucho. Es un vuelco grande en la carrera deportiva de Andrey. Me siento feliz por él, al ver que tanto sacrificio le trae la recompensa", manifestó Laura Segú.
Incluso, ella asegura que este Giro lo marcará, porque él necesitaba una actuación sobresaliente para darse cuenta de su verdadero potencial; con lo cual, también revivió en Costa Rica esa pasión por el ciclismo, dedicándole su hazaña a los ticos.
"Él gana confianza al saber que es uno de los mejores del pelotón", afirmó Laura, algo que es vital, porque el 21 de mayo, Amador confesó a La Nación: "La verdad estoy muy contento, siempre creía que me había quedado estancado, o que mentalmente no sé qué me había pasado, pero de mí, siempre me he dicho que tengo más para dar".
Después de casi 3.500 kilómetros pedaleados, Andrey Amador se tomará unas vacaciones en Europa con su familia.
Cuando Movistar Team defina su calendario para la segunda mitad de la temporada, él avisará cuándo regresa a Costa Rica.