Daniel Colindres entra al área, mete su pierna con fuerza, impacta la pelota y estremece la red. El reloj marca 71 minutos, el Morera Soto se apaga, la ilusión rojinegra también. El título 32 ya es del Saprissa.
La jugada de Colindres significó el puntillazo final de los morados hacia su archirrival, tras un juego intenso, bravo, de faltas constantes, de tarjetas amarillas tempraneras y de un carrusel de emociones.
Digno de una final y apegado a la tensión que encierran los juegos entre liguistas y morados, el choque cumplió las expectativas esperadas.
La Liga pudo liquidar muy temprano, falló de forma alarmante y la S no le perdonó.
El marcador global de 4-1 no da pie a objeciones de quién fue el mejor de la serie.
Golpes claves. El equipo de Carlos Watson no especuló en el Morera, pese a que las ocasiones de Matarrita y McDonald perfectamente pudieron escribir una historia distinta. Pero cuando apareció Andrés Imperiale con un disparo cruzado, la corona saprissista empezó a moldearse.
La anotación del argentino, en el minuto 21, desarmó por completo el ajedrez de Hernán Torres, quien se cansó de dar órdenes, de lamentar las ocasiones fallidas y de intentar corregir el rumbo de un equipo lleno de altibajos. El colombiano fue testigo de cómo el rival le desbarató el plan. Sus gritos constantes evidenciaron por completo que lo hablado en el camerino se diluyó conforme la pelota pasó de pie a pie entre los saprissistas.
De pie y con cara de frustración, el técnico liguista no disimuló la resignación que lo carcomía por dentro, especialmente cuando Ariel Soto coleccionó la segunda amarilla y dejó diezmada a su escuadra.
Para ese momento, el duelo estaba 0-1 a favor de los morados, que con el gol de Imperiale anestesiaron a un león que en la primera parte pasó de mostrar las garras a ser enjaulado.
En esta fracción del juego, los morados controlaron cada tramo de la cancha y maquillaron por completo el ataque liguista.
Los rojinegros pecaron y las ocasiones fallidas pesaron mucho, porque de haber entrado emparejarían la serie temprano.
Saprissa no perdió la cordura y acomodó el juego a su interés.
El segundo tiempo tuvo momentos de presión máxima. A pesar de estar con una pieza menos, la Liga mostró resistencia y atacó, encontró el gol que infló su confianza y dio muestras de que podría lograr una hombrada.
Cuando mejor jugaban los de casa, en un contragolpe, en el 71’, Daniel Colindres soltó el disparó que dio directo en el corazón manudo. El tanto enfrió el Morera Soto, condenó a los de casa y le puso la firma a una copa más en las vitrinas tibaseñas.
El Monstruo cruzó la frontera liguista y obtuvo su corona 32, tras una campaña turbulenta en la cual sus jugadores cargaron con el peso de ser llamados princesos. Su ‘principado’ pasó a convertirse en un reinado.
Saprissa recuperó anoche el trono y se ratificó como el rey de copas del balompié nacional.