Alajuela. Hacía ocho años que Álvaro Solano Artavia no entraba a la cancha del Alejandro Morera Soto como un integrante del primer equipo de Alajuelense.
Y ayer volvió, aunque el corazón siempre estuvo a la par de la divisa liguista: “Nunca me he quitado (la camiseta rojinegra).
“Siempre he sido liguista de corazón: nací en este barrio, mis raíces están acá, este era el patio de mi casa, así que volví al terruño”, sostuvo el nuevo responsable del banquillo manudo.
Ayer fue el día uno de la segunda época como entrenador de la Liga de Solano, uno de los jugadores más queridos por la afición eriza en los años 80.
Llega como relevo del colombiano José Cheché Hernández, quien dejó de ser técnico del club el pasado viernes, tras alcanzar un “mutuo acuerdo” con los dirigentes de la institución.
Solano será acompañado por Pablo Izaguirre, Gerardo Lalo Chavarría y Carlos Zúñiga como asistente técnico, preparador físico y estadígafo, respectivamente.
El nuevo estratega liguista dirigió ayer su primera práctica, la que se extendió de las 8 a. m. a las 9:20 a. m.
Por la tarde se reunió con el cuerpo técnico de la Selección para informarse acerca de cómo están los jugadores alajuelenses que están en la Tricolor y a las 4 p. m. volvió al Morera para encargarse del entrenamiento vespertino.
Todo el resto de la semana se trabajará a doble sesión; hoy tendrá un juego amistoso ante Carmelita.
“En este momento se trata de inculcarle conceptos a los jugadores, la próxima semana, cuando tengamos a los seleccionados.
“Ya con el grupo completo meteremos la idea táctica”, aseveró Solano, quien en el Clausura 1999 dirigió como emergente, tras la destitución del técnico Juan Mujica.
En este arranque de su segundo capítulo en el banco de Alajuelense, si algo tiene claro es cómo debe ser el equipo: “Tiene que ser dominante, equilibrado, que rompa las líneas defensivas del rival.
“Con mayor volumen de juego, mayor frecuencia de llegada al área adversaria y que los volantes acompañen esas llegadas”, afirmó.
Así fue la Liga en la que Solano jugó y por eso no es de extrañar que evoque a una que marcó época: la bicampeona de las temporadas 1983 (Max Villalobos y Odir Jacques) y 1984 (Álvaro McDonald).
“Éramos dominantes y un equipo que se divertía, nos ocupábamos de ser felices”.