En los planes de Carlos Castro no estaba trazado que vestiría la camiseta de Herediano; sin embargo, una situación puntual lo llevó a ese plantel.
En enero de 2011, cuando jugaba para Brujas, la detención del empresario Minor Vargas, dueño y presidente del club, en un aeropuerto en Estados Unidos, provocó la desaparición del equipo hechicero en un santiamén.
Desempleado, meses después de aquel abrupto hecho, el exlateral alajuelense recibió un llamado del Team y aceptó ponerse la elástica rojiamarilla para el Invierno 2011.
"Llegué en un momento muy difícil a Heredia, estaba mal económicamente y la afición ayudó mucho al equipo, hacía rifas y bailes para ayudarnos a los jugadores. Eso fue muy digno de alabar porque estuvo en las buenas y en las malas".
"Para mí fue un honor usar las dos camisetas, son equipos grandes y de tradición. Cuando jugué en Heredia me esforcé al máximo y traté de darlo de la mejor manera, pero mí camiseta es la rojinegra", enfatizó.
Por su reconocida afición a los colores rojinegros, Castro recuerda que cuando jugaba en el Team ningún liguista le hacía reproches. Además, por su paso fugaz nunca le tocó visitar el Morera con la camiseta de la franja roja.
"Uno sabe que la vida es de ciclos, estuve en la Liga desde los 7 años y pase 11 en el primer equipo. Como profesional sabía que un día debía partir. Nadie me lo reclamó. Hoy trabajo en ligas menores de Alajuela; esas son las cosas de la vida", dijo.
Castro también reveló la forma en la que salió del cuadro florense en ese mismo certamen.
"Tuve un problema con Alejandro Giuntini (entonces entrenador), yo soy muy calmado pero en un entrenamiento no pude más, así que salí de la cancha y no volví más. Ya eso es del pasado y mejor lo dejo ahí", manifestó.
De cara al compromiso de este sábado, el Doberman manifestó: "Tengo fe de que el equipo le dé vuelta al marcador; la Liga tiene casta y tradición. Espero que se traiga el título para Alajuela. No será fácil porque las finales no se juegan, se ganan".