Redacción
Era difícil de imaginar para Carlos Watson que aquel joven pequeño y rápido de Siquirres, que alguna vez convocó a la Selección Sub-17, se convertiría en la pesadilla de su equipo en el inicio de la cuadrangular.
A los 24 años, en su primera campaña en la división de honor, el carrilero izquierdo Michael Barrantes se volvió un tormento para la retaguardia morada, en la paliza de Limón 5 por 1 sobre Saprissa, el domingo.
Recostado sobre la banda, siguió al pie de la letra la instrucción táctica que le encomendó el timonel caribeño Horacio Esquivel: Encare sin miedo y mande la pelota al área.
Cuando el entrenador reclutó a Barrantes, después de un partido amistoso entre Limón y Siquirreña, notó en el futbolista una picardía innata para llegar hasta la línea de fondo.
Barrantes jugaba como delantero, pero desde el día en que se incorporó a las prácticas de la escuadra caribeña, Esquivel lo cambió de puesto. La velocidad y la habilidad para lanzar centros precisos al área convencieron al estratega de que podía jugar en esa posición.
En labores defensivas, el exzaguero y asistente técnico Ricardo Allen se esmeró en pulir sus coberturas y en mejorar la manera en que se aplicaba en la zona baja.
Y cuando tuvo a Jordan Smith en frente, se encargó de llevarlo por la calle de la amargura.
"Ya en el partido anterior en el que había enfrentado a Saprissa, me tocó toparme a Jordan y siento que la velocidad le hace mucho daño y por ahí le quise entrar", explicó Barrantes.
La oportunidad de destacar en Primera le llegó más tarde de la cuenta. Tras ser llamado a las selecciones Infantil y Juvenil y de pasar por cuatro clubes entre Linafa y Segunda (Siquirreña, Cariari, Orión y Turrialba), Barrantes comprendió cuál era el problema: la indisciplina.
Faltaba con frecuencia a los entrenamientos y no se comportaba como un profesional.
Consciente de que estaba tirando su talento por la borda, decidió centrarse en el día a día, en ser constante y recuperar el tiempo perdido, con base en el trabajo y la dedicación.
Fue en ese partido amistoso cuando Esquivel decidió darle una nueva oportunidad. Ya había pasado por Santos de Guápiles durante su etapa formativa, pero nunca logró debutar en Primera.
"Estaba molesto conmigo mismo porque sentía tener la capacidad para jugar bien en un equipo, pero no lo estaba haciendo. Comprendí que debía madurar", recalcó Barrantes.
La lesión. Después de anotar un gol, dar una asistencia y machacar a la retaguardia morada con sus constantes arremetidas, es ilógico pensar en que Barrantes pudiera estar "tocado".
Desde varias semanas atrás, sufrió un esguince en el tobillo que le impidió afrontar los últimos tres cotejos del certamen. Incluso, reconoce que el propio día del juego sentía una pequeña molestia.
Siguió el consejo de su esposa y no le dio "tanta cabeza" al problema. Se enfocó en analizar las funciones que le asignó el cuerpo técnico.
De antemano sabía que Horacio Esquivel le pediría mucha agresividad en ataque para meter a Smith en su propia zona, obligándolo a concentrarse en labores defensivas.
No obstante, también tendría otras responsabilidades, como cerrar al borde del área en las jugadas de táctica fija para buscar los rebotes y hacer diagonales hacia el centro para sorprender a los morados.
Ya en el campo, el futbolista se olvidó del dolor y se concentró en hacer lo suyo.
Aunque tiene poco rodaje en la Primera, este factor se repite en varios futbolistas caribeños y al final no es un aspecto tan influyente en el desarrollo de los partidos.
Steven Williams, Johnny Gordon, Greivin Méndez y Barrantes también provienen de Linafa, y actualmente son futbolistas habituales en las alineaciones de Esquivel.
"Ellos tienen la capacidad y trabajamos en la parte mental para que se la crean. Tal vez no tienen la experiencia, pero sí el talento", recalcó el timonel de la Tromba.
Precisamente, Barrantes y Méndez son dos de los futbolistas limonenses más cotizados entre los clubes de la Primera y ambos juegan como volantes-laterales izquierdos.
Esquivel los rota, de acuerdo a las características que presenta el rival de turno. Para el enfrentamiento ante la S se inclinó por el desequilibrio de Barrantes; el movimiento le dio resultado.