East Rutherford, Nueva Jersey. El día de ayer fue el más infame en la carrera de Álvaro Saborío.
Por partida doble, el “9” de la Selección falló desde los 11 pasos; remates que pudieron torcer el destino en esta Copa de Oro.
Con el marcador empatado a uno, el árbitro panameño, Roberto Moreno, sancionó un tiro de penal por una falta de Víctor Bernardez contra Marco Ureña.
Saborío castigó la falta a la mano derecha de Noel Valladares; sin embargo, este adivinó el destino del remate, con el agravante de que salió suave y enseñado.
El delantero tico volvió a tener un chance en la tanda de desempate, luego de que los equipos igualaran a un gol en los 120 minutos que consumió el partido.
Fue el tercer cobrador de la serie tica; lo antecedieron Celso Borges –quien falló– y Bryan Ruiz –quien marcó–.
Saborío optó, en esta oportunidad, por un remate alto y fuerte..., que se estrelló en el larguero.
Lo insólito acababa de ocurrir para Sabo y la Tricolor.
Honduras marcó su tercer lanzamiento, puso las cosas 3-1 en los penales y se puso proa a la clasificación (la tanda quedó 4-2).
En la conferencia de prensa posterior, el técnico Ricardo La Volpe aseguró que él no tomó parte en la designación de Saborío para ese segundo penal.
Según explicó, fue una decisión tomada por los jugadores.
De esta manera, el atacante del Real Salt Lake, de la MLS, cerró una Copa de Oro para el olvido y una semana polémica.
En el primer apartado solo marcó un gol –contra la mediocre Cuba– y falló goles cantados ante El Salvador, que pudieron haber marcado la diferencia a favor de la Tricolor en un juego que terminó con un empate a un gol.
En el segundo aspecto, se vio envuelto en un incidente con aficionados –un aparente bolazo a un niño–, de tal calibre que motivó al técnico La Volpe a cerrarle las puertas del entrenamiento al público.
Sin embargo, el de ayer fue el día más infame en la carrera de Saborío: falló dos penales y los recuerdos con Martín Palermo (quien falló tres en la Copa América de 1999) salieron inevitablemente.