Redacción
Si Saprissa apela la sanción de seis meses impuesta al argentino Mariano Torres y logra que le rebajen el castigo, el hecho se unirá a la lista de grandes castigos que pasaron de la conmoción general, en un día, a una pena reducida en poco tiempo.
Los antecedentes de los últimos 25 años confirman que las duras sanciones en el fútbol nacional no suelen aplicarse a rajatabla, sino por el contrario, los clubes terminan ganándole la partida al Tribunal Disciplinario que dictó sentencia.
En setiembre de 2015, al exgeneraleño Jeffrey Montoya se le acusó de agredir al árbitro Allen Quirós, en un partido Pérez Zeledón-Limón. La sanción fue la misma a la de Torres: medio año.
Sin embargo, Montoya solo cumplió un partido ya que una investigación solicitada por su club arrojó que nunca golpeó al central como este lo indicó en su informe. De modo que Montoya solo se perdió un duelo mientras se resolvía su caso.
Cuatro años antes, en setiembre de 2011, en el Rosabal Cordero se desató una riña entre los futbolistas alajuelenses Jonathan McDonald, Elías Palma y el entonces herediano Jorge la Flecha Barbosa.
Hubo empujones, patadas y puñetazos que desencadenaron una sanción de 13 juegos para McDonald y Barbosa, además de diez partidos a Palma.
La dirigencia liguista alegó en aquel momento que el Disciplinario aplicó un artículo que no correspondía y consiguió que la pena fuera reducida a solo tres compromisos para sus jugadores.
De los involucrados, el único que sí cumplió la pena fue Barbosa pues los rojiamarillos no presentaron ningún recurso de apelación.
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La historia no distó mucho en un hecho acontecido en abril de 2010. Al final de un compromiso en Guápiles, una bronca que involucró a Carlos Díaz, quien defendía la puerta del Cartaginés, significó para él una pena de 20 partidos.
Tras analizar el caso, se desestimó el informe arbitral que describía una agresión de Díaz a un aficionado santista. El desenlace: de 20 juegos purgó solo dos.
En marzo del 2006, Édgar Martínez, un uruguayo que jugaba para el Santos de Guápiles, recibió 23 partidos de castigo por una aparente agresión al árbitro central Rándall Poveda.
La directiva guapileña, presidida entonces por Rodolfo Villalobos, actual jerarca de la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol), se apoyó en videos y argumentó que Martínez no golpeó al silbatero. Tras la apelación, al charrúa le bajaron la pena a cuatro duelos.
En 2003, hubo una gresca que involucró a futbolistas del Cartaginés y al central Henry Bejarano en un choque entre brumosos y alajuelenses en el Morera Soto.
Sandro Alfaro y Roy Myers, quienes defendían la camiseta blanquiazul, fueron dos de los actores principales de la bronca que acabó con el réferi en el suelo. Tras ver la roja, a ambos les endosaron 22 duelos de castigo que terminó rebajado a solo dos.
El castigo más elevado impuesto en la historia del fúbol nacional se aplicó en 1979. Luego de un clásico nacional se sancionó a los saprissistas Álvaro Sánchez, Francisco Hernández y Edwin Barley con 13 meses fuera por un pleito.
Al final los tres solo cumplieron con una pena de dos meses