La vida de Geiner Segura tiene una conexión total con el fútbol. En la cancha fue un tipo duro que no le negaba la pierna a nadie; fuera de ella, ha recibido golpes que le moldearon un carácter de hierro.
"Mi vida ha sido de lucha, me ha tocado comer zacate pero nunca me he rendido", dice, intentando resumir las múltilples situaciones que ha encarado a sus 41 años de edad.
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Justo hace cuatro años, cuando colgó los tacos, Segura repitió el guion básico que suelen interpretar los futbolistas al salirse de la cancha: convertirse en entrenadores.
Él quería pero no podía. La ajustada situación económica de su familia no se lo permitía, como tampoco tenía los medios para darle a su esposa la oportunidad de estudiar.
Él tenía el sueño de sacar la licencia de entrenador; ella, ser nutricionista. La solución estaba en casa.
"Los dos empezamos a estudiar pero era carísimo. En determinado momento llegamos a un punto en el que debíamos decidir entre seguir pagando nuestro carro y entregarlo... o prepararnos. Fue así como decidimos desprendernos del carro, que al final era un bien material. Estaba pagando mucho y la plata no nos alcanzaba", recordó.
La vida de los dos cambió. Él empezó a trasladarse en autobús, desde Ciudad Quesada hasta al Proyecto Gol, en San Rafael de Alajuela, para recibir clases; ella, a vivir en San José para asistir a la universidad."Fue un sacrificio en el sentido de no darse tanto lujo en momentos de necesidad. Tuvimos que renunciar a unas cosas para recibir otras y esa inversión valió la pena", dijo Segura, quien este sábado se juega la oportunidad de ascender a San Carlos a la Primera División.
"Yo había sacado un crédito, le dije al banco que no podía pagar y lo devolví. La platica que me sobraba la usaba para nuestros estudios. Yo no me ato a las cosas materiales, mi familia tampoco y así fue como empezamos a andar en bus de nuevo. Es más, todavía no tenemos carro", agregó.
En cuestión de tiempo, su esposa, Vannesa Jorge, se graduó en nutrición y él de director técnico. Ese vínculo se fortaleció aún más con el tiempo porque actualmente ella es la responsable de la parte nutricional del equipo sancarleño.
"Trabajar con un técnico no es fácil, la mayoría cree que todo lo sabe. El éxito de Geiner es que él deja que todos trabajen y opinen. Eso le ha dado resultados", opina su cónyuge.
Más que un entrenador. Segura hizo la mayor parte de su carrera en Pérez Zeledón y tras pasos por clubes como Brujas, UCR y Santos, en 2009 encontró casa en Ciudad Quesada, donde se convirtió en un norteño más.
En San Carlos vivió dos momentos crudos: la muerte de sus padres en 2011 y 2013, ambos por cáncer.
"Fue una etapa muy dura, ellos eran mi apoyo en todo el sentido, al no tenerlos muchas veces un hermano (Henry Mora) me brindada su ayuda, en ocasiones me enviaba dinero para pagar la luz y hasta dinero para que mis hijos fueran a la escuela".
Después de su retiro, en 2012, inició su andanza como asistente de todo aquel técnico que llegara a San Carlos, entre ellos Óscar Alegre, Orlando de León (q.d.D.g) y Juan Blanco. Por esas vueltas de la vida, hoy su principal asistente es Alegre, de quien dice "es mi mano derecha y apoyo".
Fue justo en enero pasado cuando, tras la salida de Blanco, la directiva le dio las riendas de los Toros del Norte. Atrás quedaron sus etapas como gerente deportivo y entrenador de ligas menores, donde incluso le tocó lavar los camerinos y sacar agua del campo después de un vendaval.
"Fue muy difícil porque casi todos los refuerzos dejaron el equipo y nos quedamos con un grupo mayoritario de muchachos sancarleños; además, la parte económica siempre ha sido complicada. A mí siempre me han cumplido pero lógicamente con atrasos. (...) Me ha tocado pedir prestado y cuando me pagan me lo rebajan. Yo alquilo una casa aquí en San Carlos porque la mía está en Pérez Zeledón", detalló sobre aquel comienzo al frente de la plana mayor.
Más allá de ser el hombre que prepara al equipo a diario, Segura cumple otras tareas. Él junto a otros colaboradores del club va al mercado de Ciudad Quesada, donde un grupo de comerciantes les regalan frutas, verduras y carne para el equipo.
Él mismo les prepara las frutas que consumen los futbolistas después de cada práctica e incluso participa, junto a otras personas, en la elaboración de una olla de carne que se cocina en el propio estadio Carlos Ugalde y que se volvió un hábito de todos los viernes.
"Cuando asumí como técnico quería que el equipo se uniera más y junto con Álvaro Sibaja (utilero) tuvimos la iniciativa de hacerles una olla de carne a los muchachos. Lo empezamos a hacer de forma esporádica y se convirtió en una tradición. Aquí tenemos muchachos que son de zonas lejanas y duran hasta una hora y media para llegar a sus casas. Todo eso nos ha unido mucho", expresó.
De acuerdo con Geiner, él hace todo por sus jugadores pues quiere que sientan que son parte del club por igual. La receta ha funcionado."No porque yo sea el técnico quiere decir que estoy arriba de todos, ellos me respetan y ven el sacrificio que hago para que todo esté bien", añadió.
Este sábado por la noche, a partir de las 7:30, Segura buscará poner a San Carlos en el lugar que dejó tres años atrás.
¿Un premio a su perseverencia? "El premio ya Dios me lo está dando, llegar hasta aquí (final) ha sido muy importante pero lo será más si el equipo logra su meta, el premio será para los jugadores", concluyó.