En dos errores infantiles Alajuelense lo cambió todo y se llevó a casa la victoria en un clásico que nunca fue suyo, pero que la curtida pizarra de Óscar Ramírez se encargó al final de enderezar.
Fue él, la cara más visible detrás de esta Liga de sorpresas la que le restregó a Saprissa toda esa momentánea mejoría y le recordó a los morados que hace falta mucho más que un dominio casi absoluto para conseguir salir sonrientes de los partidos de esta envergadura.
De su banquillo salieron las dos variantes decisivas con las que los erizos respondieron a la mejor versión de la S en este Invierno, un equipo remozado en sus consignas y aupado por la escoba nueva de Jeaustin Campos, pero al final víctima del perdón de un primer tiempo que pudo haber sido lapidario.
Sin detenerse a discutir mucho sobre los aires de revolución que el nuevo técnico morado dejó ver anoche, sí es justo reconocerle que su estreno fue mejor de lo esperado, porque difícilmente alguien vaticinó un primer tiempo como el que se vivió en la Cueva .
Fue ahí especialmente donde los tibaseños sonrojaron a una Liga que había dejado todo su cartel de favorito en lo promisorio de su previa, porque la S apretó a los manudos demasiado arriba, desnudó la mala noche de Juan Gabriel Guzmán y Ariel Rodríguez en la media y se abrazó a la velocidad de su frente de ataque para generar peligro.
Sin embargo, Ariel Rodríguez, Heiner Mora y principalmente David Ramírez fallaron en el puntillazo, mientras que los jugadores erizos, sorprendidos como buena parte de la gradería, solo pudieron depositar toda su fe en los guantes de Patrick Pemberton y la suerte de un par de balones al poste.
En esa mejoría morada influyó todo: el control que aportó la vuelta de David Guzmán, la apuesta segura de Heiner Mora como lateral (que eliminó a Johan Venegas como ficha de ataque) y una línea de tres que le cumplió a cabalidad al “debutante” libreto de Campos.
Pero faltó la validación del gol, eso que sí sabe hacer esta Liga.
Revolución. Ramírez agitó su banco con el ingreso de Jonathan McDonald y más tarde de Pablo Gabas y para cuando Luis Miguel Valle entró, al 77’, la apuesta parecía clara: iban por el empate.
Y la finta funcionó. Un minuto después una salida infantil de la zaga dejó a Mac de cara al arco para el 0-1; diez más tarde era Gabas el que castigaba el debut de Briceño con un gol feo, pero por demás valioso.
Fueron dos cambios, dos chispazos y dos errores, todo lo que se conjugó para que Machillo y su Liga lo cambiaran todo, para que hoy Saprissa amanezca de resaca, porque “su” clásico se vistió de manudo.