El año del centenario del Cartaginés tiene poco de feliz y bastante de penurias.
Sumidos en el último lugar de su grupo B, los brumosos están lejos de ser un equipo confiable: pierde adentro y afuera de su casa como si tal cosa.
El único halago azul, luego de siete fechas, es ante Liberia, el candidato más firme al descenso y al que todos le ganan. No es como para “sacar pecho”.
La defensa no da seguridades por ningún sector. Más bien otorga licencias impropias de una zaga de un equipo con aspiraciones a lo más alto.
El domingo pasado, por citar un caso, un autogol de Richard Mahoney fue suficiente para su tercera derrota al hilo del presente torneo de Apertura.
Donny Grant no ofreció garantía en la puerta cartaginesa en las seis fechas anteriores y el ese mismo domingo –ante Brujas– fue relevado por Michael Tommy.
Cartaginés no juega del todo mal, pero carece de punch , pues aún no se repone de la ausencia de sus últimos goleadores: Rándall Chiqui Brenes –en Noruega– y Víctor Mambo Núñez, quien regresó a Alajuelense.
Sin embargo, el equipo vive un estrés que no los deja tener el necesario control mental.
De tal modo, una contingencia en un partido se torna inmanejable y el Cartaginés queda a expensas del rival.