“La pelota no se mancha”, dijo Diego Armando Maradona en su despedida del fútbol profesional, el 10 de noviembre de 2001. Sin embargo, aquella frase célebre se convirtió en solo chiste si se compara lo que se vive hoy en día en la Copa Oro 2015.
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Vergüenza, bochorno, indignación, todos serían adjetivos idóneos que calificarían lo que se vivió ayer en el Georgia Dome en Atlanta, durante el juego en el que México recibió dos regalos descomunales, sancionados como penas máximas, para doblegar a Panamá y meterse a la final de un certamen que termina con un sabor amargo por la labor del arbitraje.
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Nuevamente, tal y como sucedió en las semifinales entre costarricenses y aztecas, el Tri se vio favorecido por la Concacaf y a dos minutos del final el réferi norteamericano Mark Geiger castigó con su pito a los panameños con un penal que solo él observó y se trajo al piso todo el esfuerzo de un equipo que primero vio cómo lo perjudicaban al no expulsar a Carlos Vela al 3’ por un codazo a Aníbal Godoy y al 88’ tuvo que soportar otro atropello más en el juego.
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De poco valió que los canaleros se repusieran de la tarjeta roja que vio Luis Tejada al 24’ y que pese a todas las adversidades pusieran contra las cuerdas a los mexicanos con un tanto de Román Torres al 61’, que parecía hacer justicia y combatir los obstáculos que también ponía el tercer equipo en la cancha.
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No obstante, todo quedó de lado y la frustración fue total para un conjunto de Panamá que se sintió robada por el señalamiento a dos minutos del final, que transformó en gol Andrés Guardado al 90+9’ y que obligó a irse a los tiempos extra.
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La indignación fue tal que por 11 minutos los panameños amenazaron con irse de la cancha y no jugar más, sin embargo, decidieron seguir, pese al regalo.
El juego continuó, aunque el daño estaba hecho, los centroamericanos estaban heridos luego de haber realizado un juego casi perfecto, en el que fueron mejores que México, contaron con las mejores opciones de peligro y saborearon el pase a la final, hasta que Geiger decidió favorecer a los aztecas y manchar la pelota.
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Como si fuera poco, el réferi estadounidense no quedó satisfecho con el bochorno que ya había ejecutado y al 105’ nuevamente pitó una pena máxima que según los especialistas no fue.
A Guardado poco le importó la situación y castigó a los canaleros para sellar un pase a la final que el mundo entero señala como injusto y que hasta los jugadores del Tri aceptan que estuvo mal.
El Georgia Dome fue testigo de un acto que nunca se borrará, ya que el capítulo que se escribió ayer es de lo más deplorable y va en contra de la ética de un deporte amado por miles de fanáticos.
La pelota se manchó, el daño está hecho, la credibilidad de Concacaf quedó por los suelos.
México está en la final con regalos que dan pena.