Keylor Navas no logró evitar la derrota del Real Madrid en el último partido de la pretemporada, pero, sin duda, sí dejó una muestra de valía en su esperado debut.
La caída 1-2 ante la Fiorentina en Polonia le dejó al portero costarricense un estreno sin pena ni gloria bajo la portería blanca, con dos goles encajados en los que no tuvo ninguna dosis de culpa y un par de acciones salvadoras que le ahorraron una innecesaria goleada al nuevo dueño de su ficha.
Si se pone en la balanza, esas intervenciones bien le valieron a Navas el peso de esa tempranera derrota, porque aunque claramente no fue el debut soñado, tampoco le dejó nada qué lamentar al primer tico en vestir la camiseta del vigente campeón de Europa.
En realidad se podría decir que a excepción de ese par de goles fue un partido tranquilo para el guardameta, escaso de participación durante la mayoría del cotejo pero seriamente castigado por los ensayos de Carlo Ancelotti en la línea baja.
Si bien el senegalés Khouma Babacar apenas al minuto 3 ya había puesto a prueba la concentración de Keylor con un potente remate, lo demás fue un ir y venir de acciones que pocas veces encontraron el camino hacia los guantes del tico.
Después de esa primera llegada, Navas disfrutó de 23 minutos de absoluta calma para masticar lo que debe significar debutar con el conjunto blanco, una experiencia que se sabe única para cualquier figura, llámese como se llame.
Pero en medio de ese regocijo llegó el error de Xabi Alonso, con un “pase” terrible hacia atrás que derivó en la anotación de Mario Gómez al 26’, un cabezazo certero en el que Navas no tuvo oportunidad. El goleador alemán se ganó así un espacio en la memoria del tico.
Lo mejor. A parte de un potente remate que Alberto Aquilani estrelló en el horizontal al 28’ y un despeje sin peligro al 31’, el resto de la primera parte fue todo calma para el originario de Pérez Zeledón.
Sin embargo, el desfile de variantes en el complemento resquebrajaron la escasa solidez en las líneas merengues y solicitaron una participación más activa del tico.
Al 66’ anticipó a un balón por arriba que ya olfateaba Mario Gómez, pero tres minutos después una nueva desatención en defensa obligó al costarricense a volver a sacar la pelota de las redes.
Marcos Alonso aprovechó el error compartido de Álvaro Arbeloa y Sami Khedira para entrar sin marca por izquierda y castigar la impotencia de Keylor con el 1-2, en otra acción donde había poco qué pedirle al costarricense.
Pero faltaba lo mejor de su noche: un potente remate del peruano Juan Manuel Vargas al 72’ que pretendía poner cifras de goleada a favor de la Fiorentina pero que se estrelló con la elasticidad y reflejos de un portero llamado a hacer historia en el equipo de Chamartín.
Navas detuvo, a una mano, un disparo que llevaba sello de gol y le recordó a propios y extraños por qué llegó al Madrid y qué es lo que viene a aportar: un esfuerzo y talento que no saben descansar.
