Hay que renovar el aire

Buenos Aires

Vuelve la eliminatoria, la más apasionante de todas las competencias, mucho más que el Mundial inclusive. Este es más bello, aunque también más relajado. “La eliminatoria es una guerra sin muertos”, reflexiona con agudeza el expresidente de un club ecuatoriano.

Y antes de comenzar a rodar el balón, llega el Ránking Mundial de la FIFA. Último en América del Sur, por muy lejos, está Perú. Lo que dispara diversos interrogantes: ¿qué pasó con aquella civilización de deslumbrantes jugadores peruanos…? Era una fiesta verlos, un dominio de pelota notable, una elegancia inigualada. ¿Cómo pudieron llegar a esto…?

Chile está en el puesto 21 y Colombia en el 48. Diez años atrás esto hubiese sonado increíble. También esto motiva otras reflexiones: ¡Cómo ha subido Chile! Y ¿qué ha pasado con Colombia…?

No hay nada más dispar en futbol, hoy, que las realidades de Chile y Colombia. Uno está con un pie adentro del Mundial, otro tiene una pierna afuera. Un fresco aire cordillerano infla de salud los pulmones de los clubes chilenos, casi todos privatizados y florecientes; o en alza.

En contraposición, una oscura nube de críticas y deudas se advierte desde afuera en el presente de las entidades colombianas. Lo mismo pasa con el juego, ofensivo, atrevido el del primero; especulador y sin brillo el del segundo. Chile acaba de vender jugadores al exterior por 40 millones de dólares. Colombia colocó algunos por cifras notoriamente más modestas.

Y un plus que siempre hay que considerar: Chile salió de Marcelo Salas e Iván Zamorano y apareció Humberto Suazo; el gol siguió estando. La Roja lleva 23 goles en la eliminatoria, la amarilla 7. La primera está 21 en el Ránking Mundial, la segunda 48.

Esas dos coyunturas tan disímiles se vieron reflejadas en la eliminación de los equipos cafeteros de la Copa Sudamericana. Que fue tipo cachetazo: pif, paf y afuera. El Cali perdió los dos partidos con la “U” de Chile, La Equidad al menos le arrancó un empate a la Unión Española.

Este temprano adiós en primera ronda se suma a la también pronta despedida de América, Medellín y Boyacá Chico en la Libertadores: los tres en la fase de grupos. Sumados todos los partidos en las dos copas internacionales del continente, se registran apenas cuatro victorias en 22 presentaciones. Escuálido saldo.

Son todos datos, pero ayudan a pintar un cuadro de situación. Si a ello adicionamos que la selección colombiana Sub-20 no visitará Egipto, surge un panorama poco feliz. Pero es esencialmente un problema de clubes, no de la federación.

Visto cósmicamente, Colombia era un medio importador de futbolistas y entrenadores, que le conferían una riqueza indiscutible. Desde fuera, uno sentía curiosidad y hasta envidia por esa liga que reunía cantidades de figuras, las suyas y las que incorporaba. Los estadios se llenaban. Luego evolucionó, lo cual derivó en una mutación estructural: pasó a ser exportador. Y ya no volvieron a llegar cracks de nivel. Luego, lentamente, fue cerrando el cascarón a lo externo. Salvo Ramón Cabrero, no hay técnicos foráneos hoy en Colombia. Quintabani y Comesaña no deben computarse: en esa función son colombianos.

El encierro parece haber vuelto tóxico el ambiente. No hay retroalimentación. Tal vez sea hora de renovar el aire contratando nuevamente profesionales del exterior, delanteros sobre todo, y entrenadores que aporten ideas nuevas, que lleguen con un mensaje diferente.

No será simple: cuando la Federación mantuvo los primeros escarceos con Bielsa para llevarlo a la Selección, el mundo le cayó encima. Que cómo, que quién le pagará, que acá hay grandes técnicos nacionales, que ese es un negociado… Todos saben de memoria la antigua canción chauvinista. Sucede en muchos países.

Un contraejemplo es Ecuador, el país de máximo crecimiento futbolístico de las últimas dos décadas: de sus 12 equipos de Primera División, actualmente 11 tienen técnicos extranjeros. Y el único nacional (Héctor González, de Olmedo) es interino, pues se alejó el montenegrino Dragan Miranovic.

Nadie piensa suicidarse por tal situación, simplemente no hay estrategas nacionales, entonces los importan. Los extranjeros han contribuido mucho al auge de su futbol: dos colombianos clasificaron a la Selección a los Mundiales 2002 y 2006, un argentino fue campeón de la Libertadores con Liga de Quito. Otros dos entrenadores gauchos fueron finalistas de la Copa. De Liga surgió un tapado: el chileno Manuel Pellegrini, quien luego aplicó sus conocimientos en la Argentina y fue campeón con San Lorenzo y River.

El que viene de fuera quiere demostrar, viene con una mentalidad diferente. La confrontación de ideas, como el disenso, enriquece. Hay que abrir las fronteras de nuevo.

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