Hasta 30 campeones mundiales u medallistas olímpicos se han formado de la mano de Kenji Mitsumoto, un maestro japonés de la Universidad de Tokai, en el país que es la cuna del yudo mundial. Silencioso y con una sonrisa apenas perceptible, Mitsumoto observa cuidadosamente a los niños que compiten en el tatami del Colegio EMVA en Coronado.
Solo hace unos días se disputó el Mundial de Judo en Budapest, Hungría y la Universidad de Tokai llevó siete competidores; seis de ellos ganaron una medalla, el otro se lesionó y no pudo finalizar la competencia.
Mitsumoto está de visita en Costa Rica para enseñarle a 55 entrenadores ticos la metodología que se utiliza en Japón, en donde cerca de 600.000 atletas practican el yudo. En Costa Rica, la cifra es mucho menor, pero viene en pleno crecimiento, ya que en solo cinco años pasó de 300 a 1.400 competidores.
El objetivo de la Federación Costarricense de Judo es instaurar la pedagogía que utilizan los japoneses desde las bases, de manera que se implementen conceptos clave de estilo y formación en los niños.
Por ejemplo, el yudo en Japón es muy técnico. En Europa, en cambio, gira alrededor de la fuerza de sus competidores. Mitsumoto cree que si se fortalecen los conceptos, se trabaja duro y se le da roce internacional a los ticos, Costa Rica podría llegar a competir por una medalla olímpica.
Recientemente, Julián e Ignacio Sancho fueron becados por la Universidad de Tokai, en donde se entrenarán durante los próximos cuatro años junto a algunos de los mejores prospectos del mundo. Estos dos atletas ticos sentirán, en carne propia, la exigencia del yudo japonés durante un largo periodo de tiempo.
"Ese es nuestro sueño, que uno de ellos gane una medalla", aseguró Mitsumoto.
Hoy, las cuatro cartas olímpicas del yudo de Costa Rica son los hermanos Sancho, Diana Brenes y David Guillén. Los dos primeros ya entrenan en Japón, los otros dos lo hacen en Europa.
El maestro asiático explica que en su país los niños empiezan a formarse a los tres años. Desde muy jóvenes se entrenan a diario y cuando crecen dedican hasta cuatro horas al día a pulir sus habilidades técnicas.
A diferencia de otras artes marciales como el karate o el taekwondo, en el yudo no se lanzan patadas ni se golpea. En la pelea se voltea al rival para lanzarlo al suelo, se inmoviliza o se hacen zancadillas.
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Físicamente, los yudocas suelen tener un aspecto 'empacado'. En Costa Rica, hay academias prácticamente en todas las provincias de Costa Rica, aunque las zonas más fuertes son Alajuela, San José y Puriscal.
Dudley López, presidente de la Federación Costarricense de Judo, asegura que aún cuando el talento es importante, la disciplina y la constancia suelen ser elementos todavía más valiosos en este deporte.
En parte, con la cultura japonesa se pretende que los niños absorban estos valores para así lograr que las caras nuevas crezcan acompañadas de la disciplina y proyectar a más atletas para el alto rendimiento.
Shintaro Izhizaki es un joven que ya ha sido asistente de campeones mundiales en Japón. Uniformado, lleva su cámara en mano y toma fotografías durante el evento que se realiza en el centro educativo.
Sonríe cuando le preguntan desde hace cuánto empezó a practicar el judo.
"No recuerdo muy bien. Creo que desde los dos años. Empecé entrenando una hora al día y actualmente dedicó más de cuatro horas", asegura Ishizari. Pese a ello, admite que todavía no le alcanza para estar en la selección nacional de su país, en la que destacan campeones olímpicos y mundiales.
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Mientras en Japón, miles de atletas compiten por un cupo, en Costa Rica se lucha por encontrar y sostener a los mejores valores. Se pasó de tener 11 academias hace cinco años, a 36 que se distribuyen en el país hoy en día.
López cree que si se mantiene el crecimiento y se logra planificar con estrategia los torneos a los que van a asistir los competidores ticos, Costa Rica podría clasificar a los Juegos Olímpicos a los cuatro judocas que está proyectando.
El sistema de clasificación que utiliza esta arte marcial a nivel mundial le exige a los atletas participar en los torneos internacionales durante casi tres años. De esta manera, acumulan puntos para subir en el ranquin.
"Tenemos una camada de cuatro atletas (los hermanos Sancho, Brenes y Guillén) que ya tienen un nombre internacional y eso es importante", explicó López.