Heredia. La sentencia de esta serie estaba lista desde el miércoles.
Anoche, Herediano firmó lo que era cosa juzgada, mandó a Pérez Zeledón de vuelta al Valle de El General y selló el pasaporte a su cuarta final al hilo bajo este formato de campeonatos nacionales cortos.
Los rojiamarillos fueron mejores en esta serie ante los Guerreros del Sur y el 1-0 de la vuelta solo ratificó el 3-4 de la ida.
Sin embargo, no hay que caer en la tentación de decir que el partido fue sencillo para el Team, que hoy por la noche sabrá si su contrincante es Cartaginés o Saprissa
Anoche, entre la necesidad generaleña de una victoria y la ambición florense de triunfo vimos un buen primer tiempo; mejor el Herediano, eso sin duda.
Los florenses se vieron solventes en el armado de juego, en el pie a pie y en sus llegadas a los predios de Luis Diego Sequeira.
Por su parte, a los del sur les faltó claridad para saber qué hacer con la pelota en los pies; amén de urgidos, se vieron confundidos.
Así como un equipo se hace de atrás hacia adelante, un equipo no se forma de un día para el otro..., a pesar de lo que piense el presidente de PZ, Gilbert Fernández, a quien se le ocurrió echar a su técnico anterior, Daniel Casas, e improvisar con Odir Jacques.
Si bien Pérez mereció entrar a esta ronda porque hizo más puntos que otros cuadros, la verdad es que entró a esta fase con las oportunidades hipotecadas, gracias a su mandamás.
El futbol tiene lógica y suele premiar a quienes lo respetan.
Cuando llegó la apertura del marcador –autogol de Keylor Soto– el partido dejó de tener misterio y la posibilidad de una sorpresa quedó clausurada.
Sin embargo, PZ no quiso volcar el rey y como el salmón trató de remontar la corriente.
Los tres cambios de Jacques y el mandar a Kendall Waston a jugar de delantero fueron el intento de rescatar una barca que tenía un boquete en su línea de flotación.
Herediano, por su parte, se tomó las cosas con mayor calma en la segunda mitad: con el boleto a la final asegurado y con dos damnificados en el hospital –Junior Alvarado y Derrick Johnson–, era comprensible que bajara las revoluciones.
Uno y otro no dejaron de intentarlo en esa segunda mitad..., pero la verdad es que en el sur las fuerzas no daban para más y en el Team preferían guardarlas para una empresa mayor.
Tal vez la feligresía florense hubiese deseado más que el solitario gol de anoche, para tener una celebración más estruendosa. Tal vez.
En todo caso, se fueron contentos, corearon el nombre familiar de su club (¡el Team , el Team !), cantaron con la Fabulosa de Otto Vargas y empezaron a palpitar una final, en la que sienten que tienen muchos chances de volver a festejar por media calle.