Nery Brenes Cárdenas, el velocista limonense que acaba de arrasar en su gira por Europa (cuatro medallas de oro y una de plata), creció en medio de la más sencilla realidad de dos padres cuya riqueza más grande es tener siempre buenas intenciones hacia los demás.
Fue el 25 de setiembre de 1985 que Nery nació en el hospital de Limón, siendo el primer hijo de Maydela Cárdenas y Edison Brenes.
Ella, cocinera, y él, trabajador honrado, criaron a un niño que desde pequeño siempre quiso correr.
“El siempre estaba con los primos corriendo en la playa, recuerdo que no le gustaba usar zapatos, era muy fogoso, como hiperactivo, pero dentro de mí sabía que él tenía algo especial”, dijo Ninfa Cárdenas, hermana menor de Maydela.
La tía de Nery fue un poco más atrás, y recordó que su madre, quien falleció este año, y su padre, llegaron a Limón de Nicaragua.
“Ellos nos trajeron a todos los 12 hermanos, mi papá trabajaba acá y casi no lo veíamos, así que nos vinimos a vivir a Limón”, relató.
Fue Rosalyn, la madre de Ninfa y Maydela, quien precisamente tuvo mucho peso en la vida de Nery.
Esto porque mientras Maydela trabajaba como cocinera de restaurantes, Rosalyn se encargaba de cuidar a los nietos en Bellavista, barrio cercano al centro de Limón.
“Mi mamá fue un gran apoyo para él, ella siempre le dijo; ‘papi, todo lo que usted quiere usted lo puede lograr, pero tiene que concentrarse y poner a Dios’, ella le inculcó religiosidad, valores, y mi hermana también”, señaló Ninfa.
Un poco más grande, en la escuela Tomás Guardia, Brenes ya daba chispazos de su crianza, pues, según recuerda una de las maestras, “era bastante tranquilo”.
“Era delgadito, tranquilo por ratos, aunque a veces inquieto como cualquier chiquillo normal, él sobresalía porque le gustaba el deporte, eso lo tengo claro, fui asistente de dirección y recuerdo que tenía buenas notas”, comentó Sandra Cole, maestra que le conoció en la llamada “Escuela de Niños”.
Sentada al lado del aula 30, donde Nery cursó la primaria, Sandra Cole destacó que la humildad de Nery proviene de su madre, “quien ha sido siempre excelente, ella siempre ha estado para sus hijos, ella y Sayira, la maestra que los tuvo acá, influyeron mucho”.
“Nery era un chiquillo tranquilo, no era problemático, vivía aquí cerca, tal vez no era como un estudiante excelente, pero no dada problemas”, apuntó Karen Theophile, orientadora de la institución.
Según Gerardo Cambronero, quien le dio clases de dibujo técnico, el atleta era muy tímido.
“Siempre llegaba a las lecciones, como a todos les costaba un poquito el trazo –de los dibujos–, pero cumplía, podría decir que era tímido, callado, hacía su trabajo y no se metía con nadie, él vacilaba lo normal”, destacó el profesor.
Cambronero dijo que desde siempre Nery fue humilde, y que una de sus grandes cualidades es que le gusta escuchar consejos.
Así también lo describe Robert Rodríguez, el suegro, quien agregó que desde hace mucho a él le había dicho que iba a ser campeón.
“Hace como cinco años Nery me dijo: “tío, yo quiero ser campeón, quiero estar donde están esos”, y creo aún que le falta más por mostrar”, comentó Rodríguez.
Tanto Rodríguez como su esposa, Hilda Montoya, comparten la opinión de que su yerno ya es un campeón porque proviene de una familia muy humilde y luchadora.
“Él ha arañado paredes para estar donde está, su familia es gente humilde y trabajadora, él tiene toda la bendición de la mamá, Dios le ha ayudado porque ha sido un buen hijo, la mamá lo es todo para él”, expresó con orgullo la suegra.
Otro de los pilares que hoy sostienen al atleta, quien desde hace seis años radica en San José, donde terminó la secundaria, es Delroy Duncanson, su actual papá, mecánico en la empresa Chiquita Cobal.
“Es un muchacho honesto, honrado, casero, ha seguido mis consejos, nunca me ha faltado el respeto, es respetuoso y nunca peleó, cuando llega me pide que le cocine”, añadió Duncanson, quien vive junto a Maydela, Ronny y Berta, estos dos hermanos de Nery, en Corales 2.