Florencia, San Carlos. Llegó irreconocible, ágil, liviano. Carlos Quesada, aquel muchacho que se agitaba de más al jugar, y al que las rodillas y espalda tenían sentenciado, llegó a los Juegos Deportivos Nacionales Zona Norte 2015 con 57 kilos menos.
Fue en seis meses, entre enero y junio pasados, que este vecino de Corredores, Puntarenas, bajó de 137 kilos a 80 kilos, procurando una mejor vida y más rendimiento en el tenis de mesa.
El martes por la noche, pese a que obtuvo bronce en la categoría indidivual Sub 18, Quesada fue el gran vencedeor de la medalla de oro en la báscula, no ganando el primer lugar, sino años de vida.
"Mi cuerpo ya estaba comenzando a fallar, tenía mucho dolor de espalda, rodilla y piernas. Yo no controlaba la alimentación, lo hice por mi salud y porque mi familia estaba bastante preocupada", dijo el tenista de 17 años.
Según Carlos, pese a que nunca sufrió burlas de otras personas, él mismo se recriminaba por ser obeso.
"No aceptaba que estaba así, mi papá me dijo una vez que si quería cambiar debía aceptarme y fue a partir de ahí que se comenzaron a ver los resultados", añadió.
Según el deportista, su obesidad se debía a la pésima alimentación que tenía y a la gula.
"Me tomaba tres litros de gaseosa al día; cuando comía pizza, en una sentadaba me comía ocho pedazos y en las meriendas siempre había helados, gaseosas y paquetes de galletas de todos los tipos".
Con 1,74 metros de altura, Quesada recordó que sus problemas de alimentación comenzaron a los 10 años, cuando salió de sexto grado.
"Fueron siete años de estar comiendo mal, recuerdo que siempre que jugaba no me iba mal, pero no podía rendir todo lo que yo podía, ahora me siento mucho mejor".
Aunque esta vez no llegó al oro en su categoría, ya que perdió en la semifinales del martes, hoy Carlos Quesada se marcha de las Florencia, en San Carlos, con el oro de la báscula y muchos años más de vida. Hoy él es otro, irreconocible.