Cuenta la historia de las eliminatorias que el camino hacia el Mundial suele estar cargado de piedras y obstáculos.
Precisamente esta noche la Sele vivió de nuevo las dificultades de resolver el primer acertijo.
Con incomodidad y poca soltura el equipo nacional venció por la mínima a Haití y se embolsó los primeros tres puntos.
La once patria interpretó dos guiones muy distintos, uno en el que fue superior de cabo a rabo, y otro en el que perdió vistosidad y lucidez sobre el zacate.
La Tricolor se apegó, desde el inicio, a la norma de todo equipo casa: tomar la pelota, encimar a su rival y acomodar las piezas para pisar el área enemiga.
La escuadra nacional acumuló cuatro acciones de peligro en 20 minutos y evidenció así la necesidad de sacudirle los mecates al arquero haitiano.
El quinto intento terminó en la red; el gol, en el minuto 28, nació de una combinación exquisita entre Rónald Matarrita, Joel Cambpell y Johan Venegas.
La pelota pasó por los tres antes de acabar en la floja recepción del portero, Cristian Gamboa aprovechó el rebote, ensartó la banderilla y gritó con todo el primero de la noche.
La jugada del gol evidenció una de las fortalezas del cuadro nacional, el talento de Matarrita puesto al servicio del juego ofensivo. El lateral se sumó al ataque y carcomió la parte baja haitiana, robusta pero con agujeros.
La Mayor controló la mayor parte del primer acto, aunque ello no la eximiera de pasar momentos apremiantes.
Los guantes de Patrick Pemberton fueron vitales para irse al descanso con la ventaja; el portero voló y con una mano evitó que el balón ingresara.
Más allá del sobresalto, el punto negativo recayó en la lesión de Celso Borges, quien abandonó el césped en el 44’ y dejó la luz de emergencia prendida en la zona de recuperación.
Reiniciado el compromiso hubo signos de interrogación en el campo, especialmente porque la Selección dejó que su oponente cociera la pelota en sus botines. Sin el balón ocurrió lo esperado, los nuestros se vieron imprecisos y el encuentro se complicó.
Fue así como apareció la tensión detener el marcador abierto y exponerse a que el rival, en el mínimo descuido apagara las luces del Nacional.
Óscar Ramírez hizo cambios para sostener el balón, proteger la diferencia y apostar al contragolpe para agrandar el marcador. Esto último no ocurrió porque Marco Ureña fue acorralado por los haitianos.
Los últimos minutos hubo preocupación en la parte baja ya que los caribeños no se rindieron y apretaron por igualar.
Para fortuna de la Sele el tanteador quedó intacto.