Redacción
El número deslumbra: 100 partidos. Celso Borges aparece en la cancha antes del pitazo inicial para recibir una camiseta enmarcada como homenaje a su trayectoria y la ovación de la feligresía que abarrotó el Nacional. "El futbol pasa muy rápido", le decían, cuando daba sus primeros pasos en el fútbol profesional.
Quién iba a imaginar que el hoy 'veterano' (29 años) lograría este reconocimiento, cuando 13 años antes, en su primera experiencia con una selección, recibiría el primer golpe de su carrera deportiva: Celso no fue elegido ni entre la lista preliminar del equipo que iniciaría el camino hacia el Mundial Sub-17 de Perú.
El entrenador Juan Diego Quesada lo sacó de aquella nómina que comenzaría el camino hacia la cita mundialista.
Aquel joven con ilusiones acabó herido en su propio ego, aunque el inesperado golpe terminó dándole la primera gran lección de su larga carrera deportiva.
Celso se sentó a conversar con su padre, Alexandre Guimaraes, sobre los aspectos en que estaba fallando y lo que necesitaba mejorar para quedarse definitivamente en la Nacional y asistir a una Copa del Mundo.
En lugar de quejarse por la decisión del estratega, la autocrítica fue el aliado fundamental para ponerse de pie.
Ya en Saprissa lo perfilaban como un prospecto destacado: tenía buena técnica, lectura de juego, pase largo y mucha sobriedad para distribuir la pelota. De paso, era un jugador alto, que podía colaborar en el juego aéreo (en su última campaña en España fue el jugador con más duelos aéreos ganados en el Deportivo; 130 en total).
El talón de Aquiles del joven jugador pasaba por la dinámica de juego, aún lenta para la exigencia de un Mundial.
Borges trabajó horas extra en mejorar esta falencia y muy pronto lograría más proyección para pisar el área y convertirse en un mediocampista más completo.
"A veces las historias de éxito borran algunas otras historias de contratiempos. Con Celso no ha sido la excepción. Él ha tenido distintas etapas de aprendizaje y ese fue su primer golpe. Lo hizo entender que uno siempre debe estar al tope y después que es una decisión de los entrenadores la escogencia del jugador", explicó Guimaraes.
La instrucción exigida de ganar más dinámica para ir al frente terminó siendo muy útil en su carrera en la Sele. Por ejemplo, en el primer enfrentamiento ante Panamá, Óscar Ramírez lo utilizó como un volante mixto, con más soltura para incorporarse al ataque y colaborar en las funciones de creación.
Frente a Trinidad y Tobago el libreto exigía otras responsabilidades. Como la Tricolor jugó sin contención nato, Machillo le asignó al futbolista del Dépor ser el volante con más recargo en las labores defensivas.
El regreso. A pocos meses del inicio de la eliminatoria Sub-17, el timonel Geovanni Alfaro fue asignado para asumir a la Sele que arrancaría la ruta hacia Perú. El técnico decidió darle una nueva oportunidad a Celso.
El volante se incorporó a los trabajos del equipo, se ganó un puesto en la nómina final, luego la titularidad y por último un espacio dentro del plantel que asistió a la Copa del Mundo y avanzó a la segunda ronda.
"De todos los futbolistas que he dirigido, Celso es de los que más ha evolucionado. Desde ese momento tenía una capacidad técnica extraordinaria. En lo que más ha crecido es en el conocimiento del juego, que le permite tomar decisiones con mucho más tino", recalcó Alfaro.
En la cita infantil jugó los cuatro partidos de la Tricolor como titular y anotó un gol. Después repetiría con esta misma generación en el proceso siguiente, que clasificó al Mundial Sub-20 de Canadá.
De nuevo, la consagración de Celso en selecciones menores terminó forjando su paso por la Mayor. Desde aquel doloroso portazo en la cara cuando solo era un infantil, el volante no ha dejado la Sele por un tiempo prolongado.
Solo hay que hacer un breve repaso para darse cuenta de la estabilidad del futbolista, determinante para convertirse en el centroamericano de menor edad (29 años) en llegar a los 100 partidos con una selección.
Luego de los mundiales Sub-17 y Sub-20, disputó un proceso olímpico fallido, pues Costa Rica no clasificó a las justas; posteriormente se afianzó en Saprissa y poco después de su primer año en las filas moradas, se incorporó al plantel que disputó la eliminatoria hacia Sudáfrica 2010, con Rodrigo Kenton al frente del equipo.
Después lo dirigieron René Simoes, Rónald González, Ricardo La Volpe, Jorge Luis Pinto, Paulo Wanchope y recientemente Óscar Ramírez, quien asumió a la Nacional desde el inicio de la cuadrangular eliminatoria.
"Siempre me decían cuando estaba chamaco: 'disfrute esta vara porque pasa rapidísimo', y de verdad que pasaron volados, y faltan todavía", contó Borges, con una sonrisa en el rostro.