El control del Partido Republicano de la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso de EE. UU. puede ser un arma de doble filo en las negociaciones de los próximos meses para la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Diversos analistas coinciden en que si bien es cierto que ahora la vía está despejada en EE. UU., los caminos están muy empinados en América Latina donde algunos no ven con buenos ojos la ideología de los republicanos.
Max Castro, sociólogo, y columnista, explicó que el éxito de los republicanos en las elecciones del pasado 5 de noviembre es un arma de doble filo ya que si bien garantiza fluidez, la ideología demasiado conservadora de Bush despierta recelos regionales.
El peso del poder republicano se verá reflejado de inmediato en los primeros contactos que prepararán la próxima reunión ministerial del ALCA que se celebrará en Miami el año que viene.
Esa reunión será la continuación de la sesión ministerial celebrada la semana pasada en Quito y en la que se dejaron entrever los nubarrones que acechan el futuro del ALCA. Jerry Haar, investigador principal del Centro Norte-Sur de la Universidad de Miami, sostiene que la región ha cambiado radicalmente con respecto a la década anterior cuando los latinoamericanos, económicamente saludables, estaban preparados y no el Congreso estadounidense.
Añadió que una de las ventajas del triunfo republicano es que ahora el presidente Bush podrá atender con más libertad las quejas latinoamericanas sobre proteccionismo.
Con el dominio del Congreso, afirmó, Bush no tendrá ahora que arrodillarse ante los grupos de intereses (estadounidenses) que exigen tratos especiales.
énfasis
Por su parte, Darío Moreno, director del Centro Metropolitano de la Universidad Internacional de Florida, apuntó que en su opinión después de la prevista intervención militar (de EE. UU.) en Iraq habrá nuevamente un énfasis en América Latina.
Sin embargo, dijo, la cuestión será si Latinoamérica estará preparada en ese momento, teniendo en cuenta la especial situación de muchas naciones y la especial sensibilidad de Brasil.
El problema de la puesta en marcha del ALCA, señaló, ha sufrido un cambio en los últimos años cuando, entre otros, países como Argentina, Venezuela y Brasil no ven con buenos ojos los avances de libre mercado, tal como lo corroboran declaraciones de funcionarios de esas naciones.
El ministro venezolano de Comercio, Ramón Rosales, señaló recientemente que su país antepone al ALCA el fortalecimiento de los lazos entre la Comunidad Andina de Naciones y el Mercado Común del Sur (Mercosur).
En Argentina, el ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Rackauf, señaló que las diferencias en el sector agropecuario entre Latinoamericana y EEUU hacen difíciles las negociaciones.
En Brasil, que ostenta desde noviembre junto con Estados Unidos la conducción del ALCA, los aliados más radicales del izquierdista presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva, quien asume el 1.° de enero del 2003, exigen la ruptura de las negociaciones que se dan sobre el ALCA.
El mismo Partido de los Trabajadores, al que pertenece Lula, ha dicho que la organización no está contra el ALCA, siempre y cuando quienes participen tengan las mismas condiciones.
A las críticas al ALCA, que abarcaría unos 800 millones de personas, se sumó Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001 , quien dijo que la hegemonía de EE. UU. impedirá las aspiraciones de América Latina.
Las asimetrías, según lo que señaló Stiglitz, sólo crean más desequilibrios y frente a la existencia de una potencia única, dominante y unilateral, que ha estado socavando la democracia global, una estrategia de sociedad regional parece equivocada.