por Marcial Campos Maza
Santiago de Chile, 6 sep (EFE).- Con el golpe de Estado de septiembre de 1973, Chile pasó de ser un experimento de marxismo democrático a servir de laboratorio de pruebas de los "Chicago Boys" y el neoliberalismo.
"Chile fue el primer país en América Latina en emprender un profundo ajuste estructural de su economía bajo la perspectiva de un modelo neoliberal y cambiar la estrategia de desarrollo seguida por el país desde 1920", señaló el economista Alejandro Foxley.
Foxley, que fue ministro de Hacienda (1990-1994), precisó que a fines de 1974 se implementó una gran cantidad de políticas dirigidas a transformar la propiedad estatista de la época en otra basada en la libre iniciativa privada.
Desde la década de los 30 hasta 1970, el tamaño y funciones del Estado tuvieron un aumento considerable. El porcentaje del Producto Nacional Bruto (PNB) en 1952 alcanzaba el 16 por ciento, mientras que en 1970 se incrementó al 31 por ciento.
Al llegar al Gobierno el socialista Salvador Allende y la coalición de izquierda llamada Unidad Popular (UP), la "política estatizadora" seguida en los años anteriores se intensificó, bajo la llamada "vía chilena al socialismo".
Así, se nacionalizó el cobre, se estatizaron bancos y grandes compañías y se profundizó la reforma agraria.
El ex ministro de Hacienda y del Interior de la dictadura, Carlos Cáceres, recuerda que en el período de la UP se pretendió establecer "las condiciones para una sociedad socialista, donde los medios de producción fueron el Estado".
Como consecuencia de ello, se produjo un gran división en la sociedad chilena -que para muchos aún persiste- entre empresarios que defendían el derecho a la propiedad privada y trabajadores que clamaban por la profundización del socialismo.
Según el ex presidente Patricio Aylwin (1990-1994), el golpe de Estado del general Augusto Pinochet "fue consecuencia del desastre económico, la violencia armada y la crisis institucional a que el Gobierno de Allende condujo al país".
En sólo dos años de gestión de la Unidad Popular en Chile, la inflación superaba el 250 por ciento (1972) y ya en 1973 sobrepasaba el 600 por ciento.
"La situación era insostenible", subrayó Foxley a EFE, quien comentó que tras el golpe de Estado, gracias a que los militares no contaban con un proyecto definido, los "Chicago boys" de Milton Friedman logran instalar a través de la Universidad Católica de Chile su proyecto económico, contenido en el libro "El Ladrillo".
En este texto, en el que colaboraron incluso economistas democristianos chilenos, no sólo se hace una crítica radical a la UP, sino al periodo de democracia populista y de desarrollo de la industrialización mercado-internista seguida por Chile.
"La existencia de este proyecto permitió que en Chile los militares, a diferencia de lo que pasó en Argentina y Brasil, no siguieran una política económica corporativista y de gran fomento del Estado", dijo Foxley.
El ex ministro señaló que, así, las medidas aplicadas a partir de 1974 fueron la apertura de la economía al exterior, junto con la libertad de precios y la reducción de la participación del Estado en la economía a través de la implementación de un extenso programa de privatizaciones.
También se realizó una profunda reforma laboral (1979), una reforma tributaria que disminuyó el IVA y desgravó los beneficios reinvertidos.
Además, se adoptaron medidas en relación con el mercado financiero, entre las que destacó la apertura de cuenta de capitales y el nacimiento de nuevas instituciones, tales como las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).
De esta manera -según el FMI y el BID- Chile, recuperada la democracia, logró insertarse en la globalización, pues ya antes había aplicado un programa de reformas que, si bien era cuestionado por haberse hecho en dictadura, fue seguido por los gobiernos de la Concertación, la coalición de centroizquierda en el poder desde 1990.
"Sin duda, continuamos con el modelo económico impuesto por Pinochet", reconoció el ex presidente Aylwin.
"No podíamos hacer otra cosa, el mundo había cambiado", dijo Foxley.
Para muchos economistas de izquierda, la revolución económica de Pinochet generó cinco millones de pobres e impuso un modelo de desarrollo, hoy vigente en casi todo el mundo occidental, que "es injusto e inhumano".
Lo cierto es que más allá de las críticas, el caso chileno es estudiado en las universidades más prestigiosas del mundo y nombres como Hernán Büchi y José Piñera gozan de gran reputación entre los economistas internacionales, a pesar de haber integrado el equipo económico de la dictadura.
Chile "es una especie de laboratorio, en el que se aplican proyectos pioneros a fin de adquirir experiencia antes de trasladarlos a otros países", según Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). EFE
mc/ac/vv