Edad: 42 años
Profesión: Economista
¿Qué beneficio traería al café colombiano obtener una indicación geográfica de origen en el mercado europeo?
Este tipo de instrumento ayuda al consumidor a decidir mejor su compra. El elemento que hace únicas las indicaciones geográficas es que el productor se compromete con una serie de estándares de calidad relacionados con la procedencia del café.
“Los productores que se adhieren a este tipo de prácticas promueven que la calidad del producto sea siempre permanente, al margen de las marcas”.
¿Cuándo empezó ese proceso y por dónde arrancó?
Empezamos formalmente en el 2003, pero antes de buscar esta denominación de origen fuera de la frontera colombiana fue necesario lograr este reconocimiento a lo interno del país. Uno jamás puede pretender un reconocimiento de este tipo si antes la autoridad local del país no lo ha otorgado.
¿Sería esa una de las enseñanzas del proceso colombiano de cara a los esfuerzos que se realizan en Costa Rica?
Digamos que uno puede ser relativamente laxo con su propia legislación, pero hemos visto casos de otros países en Latinoamérica que, por esa razón, carecen de la solidez necesaria para defenderse en Europa.
“Debe partirse de un estándar muy alto dado el largo camino recorrido por los europeos en la temática”.
¿Qué representa para ustedes lograr este sello de calidad en el mercado europeo?
Es una forma de decir a los consumidores europeos que nos sometemos y cumplimos los estándares que ellos definen para sus productos.
Y en términos del negocio de vender café, ¿qué representa?
Al tratarse de un producto que demanda tanta mano de obra, es necesario diferenciarse o no sobreviviremos a largo plazo si competimos con salarios bajos como los de Vietnam o China. A largo plazo, con más globalización, la supervivencia no dependerá solo de ser más productivos, sino de vender a precios que justifiquen el mayor costo de producción.