La práctica totalidad de los productos agropecuarios podrán circular libremente a partir de hoy entre México, Estados Unidos y Canadá, firmantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que nueve años después de entrar en vigor, provoca temor y movi-lizaciones de los campesinos mexicanos.
Veinticinco millones de personas viven del campo en México, y el número de trabajadores representa aún alrededor de una cuarta parte de su población activa, según datos oficiales, mientras que en Estados Unidos y Canadá no pasa del 2 por ciento al 3 por ciento.
La apertura agrícola pactada entre los tres países no concluye, sin embargo, en el 2003, con la liberalización de 19 rubros, sino que se irá acelerando hasta desembocar en una libre circulación total en el 2008.
El gobierno del presidente Vicente Fox consiguió el lunes pasado que la principal coordinadora del sector, el Congreso Agrario Permanente (CAP), pidiera a sus militantes que abandonen el proyecto de bloquear los puntos fronterizos con Estados Unidos hoy, como tenían planeado inicialmente.
A cambio, los secretarios de Economía y Agricultura concedieron a las organizaciones con las que se reunieron un balance de la aplicación del TLCAN, y aseguraron que estudiarán “la posibilidad” de pedir una revisión con sus socios.
Fox personalmente lanzó el pasado mes de noviembre el llamado “blindaje agropecuario”, una iniciativa que para los especialistas llegó tarde y mal, con un presupuesto de poco más de 100.000 millones de pesos para el 2003 (unos $10.000 millones), frente a los más de $180.000 millones que Estados Unidos podría gastarse en los próximos diez años en subsidios internos.
El secretario de Agricultura, Javier Usabiaga, descartó de nuevo el lunes anterior, en entrevista con el diario Reforma, cualquier posibilidad de renegociación del TLCAN.
“Igual podrían decir los fabricantes de cerveza de Estados Unidos”, declaró el Ministro.
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