El alto desempleo que sufren las familias pobres es uno de los principales factores por los cuales este flagelo se mantiene estancado en nuestro país.
Según publicó ayer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) el porcentaje de hogares pobres alcanzó en julio del 2013 un 20,7%, sin variación estadística respecto al resultado del año anterior (20,6%).
Son unas 285.000 familias que reciben al mes menos de ¢100.943 por persona en la zona urbana, y ¢77.401 en la rural, según la Encuesta Nacional de Hogares.
Pilar Ramos, coordinadora del estudio, explicó que aunque este año el ingreso por persona, en los hogares, subió 4,3%, no compensó el crecimiento de los precios de bienes y servicios entre julio del 2012 y julio del 2013, de 5,14%.
Entre los hogares más pobres, el ingreso creció menos, lo cual influyó en que la desigualdad siguiera al alza. En el 2013, el ingreso por persona de los hogares que pertenecen al 20% de mayores ingresos (quintil V) fue 18,4 veces mayor al que recibieron el 20% de menores recursos (quintil I).
¿Por qué no baja? Según recordó Jorge Vargas, coordinador a.í. del Programa Estado de la Nación, ya el país cumple dos décadas en esta situación de pobreza para una quinta parte de lo hogares.
El actual Gobierno tenía el propósito de reducir el flagelo, pero no lo logró.
Tanto Víctor Hugo Céspedes, expresidente del INEC, como Juan Diego Trejos, investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica, coinciden en que el alto desempleo que tienen los hogares de menores ingresos es uno de los principales factores que impide mejorar el resultado.
Según los datos proporcionados por el INEC, en el 2013 el desempleo en los hogares que pertenecen al primer quintil fue de 24,5% en contraste con el 2% del quinto quintil.
En general, la tasa de desempleo, según la Encuesta Nacional de Hogares, fue de 8,5% en el 2013 .
Céspedes explicó que el trabajo es la principal fuente de recursos de las familias (81,5%, en el 2013) y ello incide notablemente en el comportamiento de los ingresos.
“Tenemos aquí un primer factor que impide que la pobreza se reduzca (a menos empleo, más familias verán recortados sus ingresos)”, detalló Céspedes.
“En efecto, el estancamiento de la pobreza responde, principalmente, a menores oportunidades laborales para los trabajadores no calificados, producto de que no se ha recuperado la construcción y de que la agricultura no muestra mayor dinamismo”, opinó Trejos.
Añadió que esto impacta el desempleo y hace que los ingresos reales no aumenten, lo cual no es compensado con transferencias estatales, que tienden a mantenerse sin mayores cambios en los últimos años, luego de los impactos positivos que evidenciaron en los años 2007 y 2008.