Las empresas tienen pocos remedios para alejar y atacar el estrés, las depresiones y demás trastornos mentales que sufren, cada vez con mayor frecuencia, sus empleados.
Promueven una vida saludable, dan algunas charlas de buena nutrición y ejercicios, pero muy pocas dan tratamiento serio y seguimiento personalizado a aquellos colaboradores que, aun por periodos cortos, requieren atención.
Esto, según especialistas, se debe a que el tema de la salud mental es incipiente en Costa Rica y no existen guías o programas concretos que preparen a las compañías y les enseñen cómo manejar el mal.
“Promoción, prevención, atención y rehabilitación es lo ideal, pero se quedan solo en promoción. Hay mucho tabú, estigma y discriminación en las empresas; todavía creen que si un empleado tiene problemas de psiquiatría, nunca más rendirá igual”, declaró Virginia Rosabal, presidenta de la Asociación Costarricense de Psiquiatría.
Eso, a pesar de que el Ministerio de Salud lanzó en octubre pasado la Política Nacional de Salud Mental 2012-2021, con la que pretende concretar un plan de acción y ciertos lineamientos al respecto.
Aparte de esa reciente iniciativa, en el país no existen políticas de formación de recurso humano para atender las necesidades en ese campo; tampoco normas para tratar las diferentes intervenciones.
No se motiva a que grupos ni familiares atiendan y participen en la rehabilitación de los afectados. Según Salud, tampoco existen suficientes proveedores de estos servicios, ni públicos ni privados.
El tema de trastornos mentales en trabajadores está lejos de ser ajeno a los empleadores.
“El principal problema que tiene la Caja a nivel de incapacidades (no solo en el ámbito interno, sino también en todo el sector público) son las relacionadas con la salud mental”, declaró José Salas, asesor en Desarrollo y Capital Humano de la Cámara de Industrias.
En el 2011, por ejemplo, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) otorgó 22.489 boletas de incapacidad por trastornos mentales y del comportamiento. Esa fue la tercera causa de licencias ese año.
Lo que más sufren los trabajadores, según la Asociación de Psiquiatría, es estrés, ansiedad, ataques de pánico, trastornos obsesivo-compulsivos y de la alimentación.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el estrés laboral puede desembocar en violencia, abuso de drogas y alcohol, tensión en las relaciones familiares, depresión e incluso el suicidio.
En Costa Rica se desconoce el impacto económico de esos trastornos; tampoco existe una política para planificar recursos.
En ese sentido, el Instituto Nacional de Seguros (INS) solo atiende episodios –normalmente cortos– de estrés, ansiedad o depresiones de los asegurados que sufren un accidente laboral o de tránsito.
Casos. En el 2012, el INS emitió 49 boletas de incapacidad por crisis de ansiedad y depresión de sus empleados. De enero a junio de este año, registró 29. La planilla es de unas 2.100 personas.
Para prevenirlo, el INS les ofrece charlas, área de acondicionamiento físico, atención médica y psicológica. Realiza diagnósticos de ambiente laboral para detectar detonantes y ejecutar planes de acción.
Estrategias muy similares aplica el Banco de Costa Rica, donde el estrés es también el más frecuente en la planilla de 4.200 empleados.
En el caso de Auto Mercado, comercio privado de unos 2.000 trabajadores, el que la mayoría sean veinteañeros, solteros, “dentro de un ambiente sano”, hace que los trastornos mentales no sean nada frecuentes. Así lo declaró Rolando Chinchilla, de Salud Ocupacional, y destacó que el trastorno más común es el estrés por mal manejo de tarjetas de crédito.
Varias empresas consultadas por La Nación , especialmente privadas, prefirieron no dar declaraciones acerca del tema de salud mental en sus planillas.
A pesar de que no cuentan con programa de prevención para sus propios empleados, en la Cámara de Industrias sí los ofrecen a aquellas empresas que lo soliciten.
Similar es el caso de la Asociación Empresarial para el Desarrollo (AED): aunque ofrece proyectos puntuales según petición, no cuenta con una guía o iniciativa de salud mental a nivel organizacional.
“Aquí se trabaja con las empresas para que desarrollen sus propias iniciativas, pero cada una apuesta por proyectos diferentes”, informó Víctor Castro, vocero de la Asociación.
Dramático. La OIT reveló que, a largo plazo, un estrés laboral sostenido puede contribuir a desórdenes músculo-esqueléticos, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Podría alterar las funciones inmunológicas que, a su vez, facilitan el desarrollo de cáncer.
Dentro de la empresa, los trastornos mentales desencadenan relaciones laborales perturbadas, ausentismo, rotación y traslados del personal, capacitación recurrente y, por otra parte, menor motivación, satisfacción y creatividad.
“Las jornadas laborales se hacen más largas, la virtualidad hace que los empleados se lleven el trabajo a la casa y, por ello, que nunca se desconecten, nunca descansen”, expresó Vanessa Matamoros, profesional en Desarrollo Humano.
Según Henriette Raventós, científica de la Universidad de Costa Rica, para el 2030, el 35% de la carga económica por enfermedad en el mundo será por trastorno mental.
“Sabemos que la enfermedad mental es importante por la carga económica que representa a nivel mundial, por ejemplo, la depresión es la primera, segunda o tercera causa de discapacidad en el mundo en todos los países”, destacó.
Si las compañías no toman medidas de prevención y tratamiento a tiempo, las enfermedades mentales cobrarán caras facturas.