Las pymes tienen muy buena prensa. En un tiempo, un libro se convirtió en eslogan y andábamos repitiendo que lo pequeño es bello. Estar autoempleado está de moda. Admiramos a la persona que se crea a sí misma un nicho desde el cual sobrevive porque crea valor. Las startups son como leyendas urbanas atractivas y el garage proverbial donde muchas de ellas han nacido, creemos verlo en muchos de los proyectos incipientes con los cuales nos encontramos.
Sin embargo, una pregunta que surge cuando vemos a algunas personas bregando desde una pyme o más aún, desde una mipyme (micro, pequeña y mediana empresa) es si esta persona podría estar agregando más valor, contribuyendo con su esfuerzo individual desde una empresa grande.
Si las empresas grandes se comportan con racionalidad, la remuneración que pagan a cada uno de sus colaboradores tiene que ser menor que el valor monetario que ese colaborador genera. Y con frecuencia, las remuneraciones de algunos de esos puestos parecen mayores que las ganancias de un microempresario que tiene las características como para ocuparlos.
La empresa grande eficiente es un dispositivo donde se cosechan resultados crecientes; esto es, donde la sinergia de puestos, métodos, recursos, hacen producir extraresultados a las personas. Es la magia de la gran escala. La empresa grande es una palanca multiplicadora de fuerzas. Es una maravilla en la cual las metas de cada colaborador se ven apoyadas por el trabajo de todos. La empresa grande es un gran invento.
Una desventaja de la gran empresa es la desintegración del trabajo personal. El microempresario planea, ejecuta, controla. Desarrolla productos, explora mercados, conduce la producción, hace las ventas, enfrenta las vicisitudes financieras, desde las dificultades de cobro hasta la gestión de crédito. Y, en cambio, debido a la especialización, todos los miembros de un gran empresa tienen que conformarse con hacer solo una parte de lo que saben hacer, solo una parte de lo que querrían hacer y solo una parte de lo que deberían hacer, según sus anhelos de autorrealización. Parte de la frustración de muchos colaboradores de la empresa grande viene de ahí.