San José
Hogares y empresas ya comienzan a sentir en sus economías el peso del alto déficit fiscal que arrastra el país por siete años consecutivos.
Así lo muestran las revisiones que realizó el Banco Central en su Programa Macroeconómico 2017 y 2018 respecto al que había publicado a inicios de año, en donde ahora prevé que habrá menos crédito disponible para el sector privado debido a que el Gobierno necesitará para más recursos para financiar su alto déficit.
La necesidad de recursos del Gobierno presiona al alza las tasas de interés las cuales ya comenzaron a subir empujadas también por el Banco Central, el cual busca evitar además un traslado de ahorros de colones a dólares, motivado en parte por la incertidumbre que genera que el problema del déficit fiscal no se resuelva.
La situación impacta la producción y por eso la entidad recortó la previsión de crecimiento económico, lo cual se traduce en un menor aumento en los ingresos de las empresas y los trabajadores.
El déficit fiscal es el exceso de gastos del Gobierno sobre los ingresos que provienen principalmente de los impuestos y para pagar la diferencia el Ministerio de Hacienda realiza préstamos internos y externos. Para este año el Banco Central preve un faltante equivalente al 6,1% de la producción y para el próximo de 6,6%.
Entre los años 2012 y 2015 Costa Rica tuvo la posibilidad de pedir cada año $1.000 millones a inversionistas extranjeros mediante la venta de bonos para cubrir el faltante.
Esta posibilidad le permitió al país financiar el faltante sin presionar sobre los recursos internos y se evitó así que las personas sintieran las secuelas de un déficit alto.
"Inicialmente el déficit generaba una presión que no era tan fuerte, porque siempre estaba la opción de ir a buscar la plata a los mercados financieros internacionales que tenían tasas de interés muy reducidas", comentó José Antonio Cordero, director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas.
En este momento, añadió, el país se encuentra con dos situaciones que no ayudan: los mercados financieros ya no están tan abiertos y los inversionistas se vuelven más quisquillosos con un país más endeudado.
"Claramente el problema más grave macroeconómico es la situación de las finanzas públicas, y sus efectos no se han percibido con intensidad antes debido a condiciones favorables externas que permitieron financiarse externamente o propiciaron que el Banco Central mantuviera una postura relativamente relajada, que permitió financiar el déficit sin provocar estrujamiento", añadió el economista José Luis Arce.
Para paliar la situación el Banco Central anunció que pedirá un préstamo por $1.000 millones del Fondo Latinoamericano de Reservas, lo cual despierta cuestionamientos entre algunos economistas.
"En la revisión del Programa Macroeconómico se notan parcialmente las consecuencias de los elevados déficit fiscales y particularmente la acumulación de los altos niveles de deuda con respecto al PIB (producto interno bruto), pero también se manifiesta la tardía reacción del Banco Central para incrementar paulatinamente las tasas de interés conforme se eliminaba el premio por invertir en moneda nacional y se dolarizaban los ahorros", opinó el economista Norberto Zúñiga.
Para Zúñiga con los $1.000 millones el Banco Central sostiene la estabilidad recurriendo al endeudamiento, pero posponiendo ajustes y sin tomar las acciones pertinentes para conservar la estabilidad después del cambio de Gobierno en mayo del próximo año.
"El país se torna cada vez más vulnerable y riesgoso", advirtió Zúñiga.