Riad. AFP. La intervención de Arabia Saudí contra los rebeldes yemeníes es una advertencia a Irán para disuadirle de inmiscuirse en la región pero también refleja la preocupación del reino petrolero ante un debilitamiento del poder de Saná, según los analistas.
Arabia Saudí realiza ataques aéreos en zonas fronterizas en manos de los rebeldes yemeníes desde el 3 de noviembre, tras la muerte de uno de sus guardias de frontera por disparos de insurgentes infiltrados en el reino.
Riad se había mantenido al margen hasta la semana pasada del conflicto en sus fronteras entre rebeldes pertenecientes a una rama chiita y el ejército de Yemen.
Arabia Saudí “ha vivido ya lo suficiente esta situación inestable en su frontera con Yemen”, considera Gregory Gause, profesor de la universidad de Vermont (Estados Unidos) y especialista en temas de seguridad en el Golfo.
Según algunos expertos en seguridad, el reino saudí ha ayudado discretamente al ejército yemení en las operaciones que puso en marcha desde el 11 de agosto contra los rebeldes.
Pero ahora, su intervención directa, también refleja su creciente temor ante un debilitamiento del régimen del presidente yemení, Ali Abdalá Saleh, que podría ser aprovechado por otros enemigos, como los secesionistas del sur del país y la rama local de al-Qaeda.
Además, el 13 de octubre, los servicios de seguridad saudies mataron a dos presuntos miembros de al-Qaeda y arrestaron a un tercero en la provincia de Jizan, fronteriza con Yemen.
Según la revista especializada Gulf States Newsletter , Riad financia con $1,2 millones al mes la ofensiva gubernamental yemení bautizada como “Tierra Quemada”, además de contribuir a la misma con la ayuda de sus servicios de información en el lugar.
Para Jon Marks, jefe de redacción de Gulf States Newsletter , sin embargo, también es, “un momento crucial hacia una nueva guerra fría” entre Arabia Saudí y sus aliados, por una parte, e Irán, por la otra.