EscucharLondres. Reino Unido saludó el martes las expulsiones masivas de presuntos espías rusos en todo el mundo como un “punto de inflexión” en la actitud de Occidente hacia una Rusia “temeraria”, en el momento en que Moscú preparaba su respuesta.
Una veintena de países, incluidos Estados Unidos y 17 miembros de la Unión Europea, decidieron el lunes expulsar a por lo menos 117 presuntos agentes rusos que trabajaban bajo cobertura diplomática en el marco de unas represalias coordinadas sin precedentes, incluso en tiempos de la Guerra Fría.
A dichas medidas se sumó este martes la Organización del Atlántico Norte (OTAN) con la expulsión de siete miembros de la misión rusa y el rechazo de tres nuevos. También se sumaron Ucrania, Canadá, Noruega, Macedonia, Albania, Irlanda y Australia, Por esta razón, el número de expulsados supera ya los 120 funcionarios rusos.
Nunca antes
“Nunca antes tantos países se habían unido para expulsar a diplomáticos rusos”, escribió el martes el ministro británico de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, en el diario The Times, considerando que es “un golpe del que la inteligencia rusa necesitará muchos años en recuperarse”.
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“Creo que los acontecimientos de ayer podrían convertirse en un punto de inflexión”, afirmó. “La alianza occidental tomó acciones decisivas y los socios de Reino Unido se unieron contra la ambición temeraria del Kremlin”, agregó.
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El Secretario de Relaciones Exteriores británico Boris Johnson responde preguntas en la Cámara de los Comunes del Parlamento británico en el centro de Londres el 27 de marzo. (PRU)
Estas expulsiones fueron una respuesta al envenenamiento con un agente neurotóxico del exespía doble ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia el 4 de marzo de Salisbury, en el sur de Inglaterra. Ambos siguen en estado crítico a raíz de este ataque que Londres atribuyó a Rusia.
Skripal, un oficial de inteligencia militar ruso encarcelado por Moscú por pasar información sobre agentes rusos a varios países europeos, llegó a Reino Unido en 2010 gracias a un canje de espías.
Reino Unido había ordenado anteriormente la expulsión de 23 diplomáticos rusos tras responsabilizar del ataque a Moscú, que lo negó firmemente señalando por su parte a los servicios de inteligencia británicos.
Le siguieron sus aliados, encabezados por Estados Unidos, que ordenó expulsar a 60 rusos, en un nuevo golpe a las relaciones entre Washington y Moscú, menos de una semana después de que el presidente estadounidense Donald Trump felicitase a su homólogo ruso Vladimir Putin por su reelección.
Una veintena de países se sumaron inmediatamente con expulsiones a menor escala, en un movimiento que el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, atribuyó el martes a la presión de Estados Unidos.
'Presiones colosales'
“Es el resultado de presiones colosales, un chantaje colosal que constituye, desgraciadamente, el arma principal de Washington en la escena internacional”, afirmó Lavrov en declaraciones a los medios en Uzbekistán retransmitidas por la televisión rusa.
Rusia ya advirtió que está preparando una respuesta de represalia para los países que “se someten” sin, afirma Moscú, entender totalmente lo que está pasando.
El analista Fiodor Lukianov escribió el martes en las páginas del diario ruso Vedomosti que estas expulsiones, “particularmente destructivas para las relaciones ruso-estadounidenses”, sumen las relaciones entre Moscú y Occidente en un nuevo “periodo de Guerra Fría”.
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“No es el fin de la escalada, está claro que esta se va agravar, prevemos medidas aún más severas, sanciones económicas contra Rusia”, advertía mientras el diario Izvestia denunciaba a una acción “rusófoba”.
Sin embargo, al anunciar sus respectivas expulsiones los responsables occidentales dejaron claro que comparten las afirmaciones británicas de que solo el Kremlin puede estar detrás del envenenamiento de Skripal.
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El presidente ruso, Vladimir Putin, en una reunión con funcionarios locales después de visitar un monumento conmemorativo de las víctimas de un incendio en un centro comercial de varios pisos en la ciudad siberiana de Kemerovo, a unos 3.000 kilómetros al este de Moscú, Rusia, el martes marzo 27. (Alexei Druzhinin)
En su artículo en The Times, Johnson consideró que “el uso de un agente neurotóxico prohibido en suelo británico se inscribe en el marco de la tendencia más amplia de un comportamiento temerario de Vladimir Putin”.
Y citó la anexión de Crimea, el apoyo ruso al régimen sirio de Bashar al Asad y sus presuntas injerencias en elecciones y consultas en otros países.
“El hilo conductor es la voluntad de Putin de desafiar las reglas esenciales de las que depende la seguridad de cada país”, escribió.
Y fustigando las numerosas tesis que ha avanzado Moscú para explicar el envenenamiento, el jefe de la diplomacia británica respondió: “Hubo un tiempo en que esta táctica de sembrar la duda podía mostrarse eficaz, pero ya nadie se deja engañar”.
