Washington
El plan del presidente electo, Donald Trump, de instalar la embajada de Estados Unidos en Jerusalén augura el fin de los esfuerzos de Washington para que su aliado abandone los territorios que ocupó en beneficio de un eventual Estado palestino.
Durante la presidencia de Barack Obama, Estados Unidos ha insistido en que la única solución posible al conflicto israelo-palestino es la de "dos Estados" mutuamente reconocidos sobre la base de la frontera que ambos acordaron en 1967.
Pero con la designación, el jueves, de David Friedman como su embajador en Israel, Trump eligió a una figura que apoya la colonización israelí para avanzar en su propuesta de instalar la embajada estadounidense en Jerusalén, la proclamada capital de Israel.
Los palestinos esperan que Jerusalén Este sea la capital de su futuro Estado, pero trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv antes de que se logre un acuerdo que ponga fin al conflicto podría indignar al mundo árabe.
El líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, dijo el viernes que el estatus de la ciudad aún debe ser decidido y que trasladar la embajada ahora implicaría "destruir el proceso de paz".
Es posible que Trump no abandone formalmente la solución de los dos Estados, pero desde la Casa Blanca no presionará a Israel para que haga concesiones para reanudar el moribundo proceso de paz.
A pesar de sus tensas relaciones con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, Obama suscribió el mayor acuerdo de ayuda militar en la historia de Estados Unidos, asegurando el trabajo conjunto con Israel por al menos una década, mientras un contingente de la nueva generación de jets de combate F-35 israelíes fueron entregados esta semana.
Si traslada la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, Trump reconocería de facto a esta ciudad como la capital de Israel y renunciaría a una parte de la influencia como presidente estadounidense.
En junio, Friedman dijo al diario Haaretz que Trump considera que corresponde a Israel decidir si cederá territorio o no a las autoridades palestinas.
"Él no cree que sea imperativo para Estados Unidos que exista un Estado palestino independiente", afirmó Friedman al diario israelí.
En la entrevista, el ahora futuro embajador dijo que no estaba claro cuántos palestinos vivían en Cisjordania y que había partes del territorio que "se mantendrán como parte de Israel en cualquier acuerdo de paz".
Durante mucho tiempo se ha asumido que algunos de los mayores asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada y Jerusalén Este quedarían en poder de Israel, incluso bajo la solución de dos Estados.
Pero el saliente secretario de Estado, John Kerry, recordó la semana pasada en una conferencia con legisladores estadounidenses e israelíes que la nueva frontera entre los Estados deberá ser acordada entre las dos partes.
En una reciente entrevista, Kerry mostró su frustración con el gobierno de Netanyahu y subrayó que tanto administraciones republicanas como demócratas en Estados Unidos han favorecido el pacto de 1967.
"Creo que hay que hacerlo negociando, en última instancia, alcanzando un acuerdo que satisfaga las necesidades de las partes", comentó.
El nombramiento de Friedman aún requiere la confirmación del Senado estadounidense, lo cual es muy probable a pesar de un llamado a los legisladores de un grupo de presión liberal judío estadounidense, el J Street.
"Esta designación es insensata, pone en riesgo la reputación de Estados Unidos en la región y su credibilidad en el mundo", dijo Jeremy Ben-Ami, presidente del grupo.
Para Jonathan Schanzer, vicepresidente del think tank Fundación para la Defensa de las Democracias en Washington, un traslado de la embajada sería sencillo.
"El símbolo puede ser fuerte, pero no significará cambiar el panorama en Jerusalén", dijo Schanzer, quien señaló que ya existe un consulado de Estados Unidos en Jerusalén y que en todo caso las políticas se seguirán definiendo en Washington, no por el nuevo embajador.
"Por ahora es seguro decir que toda la política sobre reasentamientos de la administración de Obama será más suave bajo Trump", indicó Shanzer.
Por ahora, el vocero de Trump, Jason Miller, dejó claro este viernes que Friedman tiene todo el apoyo del futuro presidente y que el plan de trasladar la embajada sigue en pie.