Saná EFE Los dos dobles atentados del viernes contra dos mezquitas chiitas en Saná, reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) y que causaron al menos 120 muertos y decenas de heridos, hunden aún más a Yemen en una profunda crisis política y de seguridad.
Los ataques se produjeron de forma simultánea contra las mezquitas de Badr, en el centro de Saná, y Al-Hashush, en el barrio septentrional de Al-Yarraf, todas ellas frecuentadas por fieles chiitas.
Cada mezquita fue atacada por dos suicidas; uno de ellos detonó su carga explosiva en el puesto de control establecido fuera de la mezquita, mientras el segundo aprovechó la situación para irrumpir en el templo y hacer estallar sus explosivos en medio de la multitud.
Un comunicado del Ministerio yemení de Interior informó de que al menos 120 personas murieron y 150 resultaron heridas.
Además, la televisión oficial del grupo rebelde chiita de los hutíes dijo que otra explosión en la ciudad septentrional de Saada, bastión de la organización, contra una mezquita, elevó el total de víctimas en las explosiones de ayer en el país a 137 muertos y 345 heridos.
En el ataque contra el templo de Badr, falleció el imán de la mezquita, el destacado líder religioso chiita Mortada al-Muhaduari, según dijo una fuente hutí.
El Estado Islámico se atribuyó la autoría de los ataques mediante un mensaje por radio, pero en Washington, la Casa Blanca señaló que no hay indicios de que el grupo haya tenido algún vínculo operacional con los ataques.
“Los hutíes tienen que saber que los soldados del EI no van a estar tranquilos hasta erradicarlos y cortar el brazo del proyecto chiita en Yemen”, señaló el locutor, en alusión a las presiones de los hutíes contra el Gobierno yemení, que han sumido al país en una profunda crisis política y de seguridad en los últimos meses.
Agregó que “esta operación es solo el principio de lo que va a venir en el futuro y que los yihadistas se vengarán por la sangre de los musulmanes que fue derramada y por las mezquitas que fueron destruidas”.
Los yihadistas del EI, de confesión sunita, consideran que los clérigos chiitas son infieles y que sus seguidores son desviados.
El miembro de la oficina política de los hutíes, Alí al-Qahum, acusó a fuerzas políticas internas y extranjeras de estar detrás de los atentados y de “declarar la guerra al pueblo yemení”.
Yemen está sumido en un grave conflicto político, agravado desde que el presidente Abdo Rabu Mansur Hadi se retractó , en febrero, de su anterior dimisión y anunció que continuaba siendo el legítimo jefe del Estado, en contra de lo dictado por los hutíes.
La trágica jornada vivida ayer eleva la crisis política y de seguridad en el país, que el jueves registró otro grave episodio con el bombardeo del palacio presidencial de la ciudad meridional de Adén, perpetrado por la Aviación controlada por los hutíes, que se saldó sin víctimas.
El principal rival de los hutíes dentro del país es el Partido de la Reforma, el brazo político de los sunitas Hermanos Musulmanes, y en el exterior, Estados Unidos y Arabia Saudí.
Otro miembro de la misma oficina hutí, Fadl al Motaa, dijo que los que ordenaron el ataque pretenden llevar a los hutíes a una situación igual o similar a la de Irak y Siria.
“Su objetivo es provocar una respuesta de nuestra parte y transformar la crisis política en el país en un conflicto armado con aspecto sectario, pero nosotros no vamos a responder, actuaremos con sabiduría”, añadió.
Esta serie de atentados supone la jornada más sangrienta vivida por los hutíes en su historia y es el ataque más mortífero perpetrado en Yemen en años.
Además, se trata del primer atentado terrorista reivindicado por el EI en territorio yemení, considerado como la base de la organización terrorista Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQPA).
Un grupo de hombres armados, supuestamente miembros de AQPA, asesinaron el viernes a 29 soldados yemeníes en la ciudad de Al Hota, capital de la provincia de Lahsh, en el sur del país, informó una fuente de seguridad.
Los supuestos terroristas atacaron las instalaciones gubernamentales en dicha localidad, ubicada a 60 kilómetros al norte de la ciudad portuaria de Adén, capturaron a los soldados que protegían los edificios y les asesinaron.
Fuentes de la policía explicaron que los atacantes se llevaron a los militares a una casa en la ciudad, antes de sacarlos a la calle, donde los mataron con disparos en público.