Roma. Italia aprobó en forma definitiva y pese a las divisiones y la presión de algunos sectores católicos, una ley que reglamenta el fin de la vida para los enfermos terminales, el llamado “testamento biológico”.
Después de la Cámara de Diputados, donde había sido aprobada ampliamente en abril, el Senado convirtió en ley del Estado, con 180 votos a favor y 71 en contra, la propuesta de ley apoyada por el Partido Demócrata (centro-izquierda, en el poder), la Izquierda italiana y la formación antisistema Movimiento 5 Estrellas.
“El Senado abre el camino a una decisión civilizada, un paso adelante a favor de la dignidad de la persona”, reconoció satisfecho el jefe de gobierno, Paolo Gentiloni, del PD.
Se trata de la última ley que aprueba el parlamento vigente, ya que la legislatura se concluye a inicios del próximo año, tras lo cual serán convocadas elecciones legislativas.
Gracias a la nueva ley, los pacientes podrán elegir anticipadamente, en una suerte de testamento, si quieren ser mantenidos con vida a través de un tratamiento médico que garantice la alimentación y la hidratación artificial.
Los enfermos podrán expresar anticipadamente mediante el DAT (Disposición de Tratamiento Anticipado) -un documento revocable o revisable tanto por escrito o por video-, en el que indican los tratamientos a los que desean renunciar en casos específicos.
La ley autoriza además “una sedación paliativa profunda y continua, que provoca una alteración de la conciencia hasta el momento de la muerte”.
Si bien no se trata de eutanasia o suicidio asistido, la ley respeta la postura del papa Francisco, quien en noviembre recordó que la Iglesia condena el “ensañamiento terepeútico”, y defendió que se renuncie en algunos casos a terapias médicas “desproporcionadas”.
“Es moralmente lícito renunciar a la aplicación de métodos terapéuticos o a su suspensión, cuando su empleo no corresponde al criterio ético o humanístico que conocemos como el ‘cuidado proporcional’” del paciente al final de su vida, explicó el Pontífice.
Debatida durante meses, la ley dio lugar a enfrentamientos feroces, sobre todo con los católicos, entre ellos movimientos de defensa de la vida a cualquier precio.
Inclusive, el diario de la conferencia episcopal italiana, L’Avvenire, llegó a criticar la ley por “no tutelar el sufrimiento de los enfermos”, y la tildó de “camino a la italiana para introducir la eutanasia, a través de la muerte por hambre y sed”, escribió.
La batalla en Italia por una ley que existe ya en numerosos países del mundo se aceleró después de que el conocido DJ Fabo, un joven de 37 años, decidió poner fin a su vida en Suiza tras quedar ciego y tetrapléjico al chocar en su automóvil contra un árbol, por intentar responder a un mensaje en el teléfono celular.
El caso recordó también al de Eluana Englaro, una joven que permaneció 17 años en coma, hasta que su familia obtuvo el derecho legal a suspender su alimentación.
Eluana murió a los 38 años, el 9 de febrero de 2009, tras una polémica que movilizó a la opinión pública italiana y a las más altas esferas del Estado, enfrentando a laicos y católicos.
El jefe del gobierno en aquel momento, Silvio Berlusconi, intentó inútilmente hacer votar de urgencia una ley para impedir actuar a la familia de Eluana, con lo que se demostró el poder de entonces de la Iglesia católica para condicionar la vida política.
Un poder que el argentino Francisco no parece querer ejercer, por lo que la ley “se destrabó” en el Parlamento tras el mensaje del papa, según la diputada Pia Locatelli, una de los promotores de la ley.