Tegucigalpa
Esquirlas de bala cayeron con estruendo y rompieron el techo del aula, donde cuatro escolares y la profesora resultaron heridos durante un tiroteo entre pandilleros cerca de una escuela del norte de Tegucigalpa, donde ahora cientos de policías y militares custodian muchos de los colegios.
Luego del ataque el 27 de febrero, que desató una estampida en la Escuela Maximiliano Sagastume, ubicada en la colonia Sagastume I, las clases se suspendieron por ocho días hasta que fue instalado un cordón policial para disuadir a los pandilleros de la Mara Salvatrucha (MS-13) y del 'Combo que no se deja'.
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Miles de integrantes de la MS-13, Barrio 18 y otras pandillas tienen tomados barrios y colonias de varias ciudades de Honduras, El Salvador y Guatemala, donde se enfrentan a tiros en disputas de territorio para el tráfico de drogas y armas, así como para cometer asesinatos, robos y otros delitos.
El portavoz de la Fuerza Nacional de Seguridad Interinstitucional (Fusina), teniente coronel Mario Rivera, dijo a la AFP que cientos de policías y militares han sido desplazados a custodiar escuelas y colegios en zonas con presencia de pandillas, en Tegucigalpa y otras ciudades de Honduras, uno de los países más violentos del mundo.
Un profesor de una escuela de Tegucigalpa con 300 alumnos y 20 docentes, quien pidió no ser identificado, expresó que algunos alumnos son miembros o hijos de integrantes de pandillas, y en ocasiones amenazan a otros estudiantes o docentes, por lo cual han tenido que pedir resguardo policial.
En el ataque contra la escuela Sagastume, varios niños y una profesora resultaron con heridas leves, pero el pánico que causó el incidente hizo que muchos padres de familia trasladaran a sus hijos a otros cenros, dijo una educadora del colegio.
El pánico aumentó porque dos gemelas de 14 años fueron raptadas después del tiroteo y sus cuerpos aparecieron mutilados días después.
Vigilancia y tensión. "Aquí la gente duerme con un ojo abierto y otro cerrado", admitió uno de los cuatro policías que cuidan el centro escolar de la Sagastume.
Los policías se mantienen en las afueras del centro de estudios. Con frecuencia circulan por la colonia patrullas de dos agentes en motocicletas y hasta cuatro en autopatrullas.
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"En caso de necesidad podemos llamar para pedir refuerzos", añadió el policía mientras mostraba su radiocomunicador atado a su cinturón de cuero.
La Escuela Maximaliano Sagastume se levanta en una ladera y está protegida por barrotes de hierro y un muro perimetral de tres metros con una serpentina de alambre de púas encima, en el centro de la colonia del mismo nombre.
Al norte, separada por una pequeña colina pedregosa y sin casas, se extiende la colonia El Picachito, feudo de la pandilla 'El Combo que no se deja', y al sur está la colonia Sagastume II, un bastión de la Mara Salvatrucha (MS-13).
Las dos pandillas se disputan el territorio neutral de la Sagastume I, un complejo de viviendas de concreto con puertas y ventanas amuralladas con hierro y algunas calles de piedra, tierra y cemento hidráulico, que bajan por una inclinada ladera.
"Estamos en medio de dos fuegos, en la noche aquí es como una zona de guerra: suenan los tiroteos. De arriba disparan los del 'Combo' y de abajo, los de la MS", manifestó Napoleón Zúñiga, de 70 años, dueño de una pequeña tienda.
Los disparos que cayeron en la escuela "los hicieron los miembros de El Combo para causar temor entre los vecinos y la mara contraria", dijo el policía. "Todo lo que quieren es tomar el control de la zona para la venta de drogas y extorsionar los negocios", subrayó.
Según la Policía, solo la MS-13 y la Barrio 18 tienen unos 25.000 miembros activos, aunque la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC, siglas en inglés) estima que son 12.000.
Las pandillas y los narcotraficantes tiene a Honduras con una de las tasas e homicidios más altas del mundo: 60 por cada 100.000 habitantes, lejos del promedio mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 6,7 por 100.000.