La amplia purga real llevada a cabo por el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, ha dado un vuelco a un sistema de gobierno mantenido durante décadas, una jugada que los analistas consideran audaz, pero arriesgada.
Decenas de personalidades políticas y de empresarios fueron detenidos este fin de semana en lo que las autoridades describieron como una operación anticorrupción, incluyendo al multimillonario príncipe Al Walid bin Talal, mientras que poderosos miembros de la realeza, como el jefe de la guardia real, fueron despedidos.
Las drásticas medidas contra empresarios podrían ser un golpe para la confianza de los inversores, y podrían arruinar el programa de reformas Vision 2030, creado por el príncipe Mohamed, de 32 años.
La purga enfatiza una reestructuración sin precedentes del reino, ya que el príncipe Mohamed desmantela con ella un modelo de gobierno que ha gozado de consenso en la familia real, al tiempo que amasa un poder extraordinario.
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“La estructura de gobierno dinástico establecida durante las últimas décadas se está reestructurando en un sistema monárquico más centralizado”, dijo Jane Kinninmont, del grupo de reflexión londinense Chatham House.
Las autoridades saudíes consideraron las enérgicas medidas como una audaz iniciativa para eliminar la corrupción.
Barrida de rivales
Pero los analistas se preguntan si el movimiento no sirve también al príncipe Mohamed para consolidar su poder, al eliminar a rivales que se oponen a su impulso reformista y a su futuro ascenso al trono.
“Los despidos y detenciones sugieren que el príncipe Mohamed, más que formar alianzas, está ampliando su rígido control para contrarrestar la oposición”, dijo James Dorsey de la Facultad de Estudios Internacional S. Rajaratnam de Singapur.
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“Genera dudas sobre el proceso reformista, que cada vez se basa más en una reescritura unilateral, en vez de consensuada, del contrato social del reino”.
Los partidarios del príncipe heredero lo idolatran por modificar el statu quo en su búsqueda de drásticas reformas sociales y económicas para modernizar el reino y prepararse para una era postpetróleo.
Recientemente se publicó un decreto real para permitir conducir a las mujeres y se recortaron los poderes de la policía religiosa.
“Esta purga anticorrupción afectó a individuos que podían verse como potenciales fuentes de resistencia a algunos proyectos” del príncipe Mohamed, explicó Kinninmont.
Desde la óptica empresarial
La medida podría haber provocado también incertidumbre en el sector empresarial, en un momento en el que el reino busca atraer unas inversiones muy necesitadas ante la prolongada caída del petróleo.
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Entre los detenidos se encuentran Walid al Ibrahim, propietario de la influyente cadena por satélite árabe MBC, así como al magnate de la construcción Bakr bin Laden y el millonario Saleh Kamal.
Según la firma Capital Economics, las detenciones podrían suponer un “golpe” a corto plazo para la economía, a medida que crece la oposición contra el príncipe Mohamed, amenazando potencialmente su programa de reformas.
Con la detención del príncipe Al Walid, quien invirtió miles de millones en compañías de todo el mundo, la purga podría asustar al sector privado e “intensificar la fuga de capitales”, advierten los expertos de Mirabaud Securities de Ginebra.
Las cuentas oficiales del Gobierno en las redes sociales volvieron a difundir una entrevista del príncipe Mohamed de hace varios meses en la que aseguraba que ni los ministros ni los magnates empresariales se salvarían si se los hallaba culpables de corrupción.
Es un mensaje que cala entre una parte importante de los saudíes, que ponen en duda la cultura del privilegio que prevalece en el seno de la antigua generación de la familia real.
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“Los cínicos dicen que es una toma de poder, pero en realidad el poder ya está consolidado”, tuiteó Ali Shihabi, director de Arabia Foundation, con sede en Washington y considerada cercana al establishment.“Se trata de reconfigurar el comportamiento de las élites eligiendo a símbolos fuertes”, añadió.
Los expertos advierten de que la purga podría desencadenar una respuesta negativa, especialmente en un momento en que el príncipe Mohamed busca consolidar su control en los servicios de seguridad.
Despidió de la poderosa Guardia Nacional al príncipe Miteb bin Abdalá, hijo del difunto rey Abdalá, de 64 años, y considerado durante un tiempo aspirante al trono.
En junio también había logrado la salida del Ministerio del Interior del antiguo príncipe heredero Mohamed bin Nayef.
“Estos cambios tan drásticos conllevarán cierta resistencia y oposición”, consideró Kinninmont.