Francia elevará de tres a 11 el número de vacunas obligatorias a partir del próximo 1 de enero, una decisión del gobierno para hacer frente a una creciente resistencia a la vacunación por parte de los padres.
"Las 11 vacunas obligatorias lo serán a partir del 1 de enero", dijo el jueves a una cadena francesa la ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, quien ya había adelantado esta nueva normativa en junio.
"La idea es que el 15% de los niños (no vacunados) que ponen en peligro a los otros y favorecen la remergencia de epidemias que hoy en día provocan muertos se preparen para proteger al resto de la población", dijo la ministra, asegurando que "se dejará tiempo a las familias" para ponerse al día.
Hasta ahora, solo tres vacunas infantiles eran obligatorias en Francia: contra la difteria, el tétanos y la poliomielitis. A estas se sumarán las ocho solo recomendadas hasta el momento: tosferina, sarampión, paperas, rubéola, hepatitis B, meningitis, neumococo y meningococo C.
El anuncio de volver estas vacunas obligatorias levantó las protestas del movimiento contrario a la vacunación en Francia. Aunque la ley prevé hasta seis meses de cárcel y 3.750 euros de multa para los padres recalcitrantes, la ministra dijo que se establecería una cláusula de excepción para los progenitores completamente opuestos.
Buzyn sostuvo en junio que la "rubéola reaparece" y que causó la muerte de diez niños desde 2008.
"La tasa de cobertura es del 75% mientras que tendría que ser del 95%", subrayó.
"Tenemos el mismo problema con la meningitis, no es soportable que un adolescente de 15 años pueda morir porque no está vacunado".
En la mayoría de países como Estados Unidos, España y Alemania, se opta más bien por la recomendación que por imponer las vacunas, con algunas excepciones como Italia, que en mayo anunció un decreto ley para volver obligatorias 12 de ellas para los niños en edad preescolar, también para luchar contra la resistencia de los padres.
En los últimos años, la desconfianza hacia las vacunas ha ido ganando terreno en algunos países debido a supuestos efectos adversos, por ejemplo, ligados a la presencia en algunos casos de adyuvantes como el aluminio, o a un supuesto vínculo con el autismo.
Pero un informe del Instituto Estadounidense de Medicina de 2014 concluyó que las vacunas "eran muy seguras salvo en muy raras excepciones", mientras que nueve estudios de los Centros de Control de Prevención de Enfermedades de ese país efectuados desde 2003 no constataron -como denuncian los anti-vacunas-, "ningún vínculo entre vacunas con timerosal (un antifungico) y el autismo".