Jesús Hidalgo, un vecino de Purral, llegó temprano el pasado jueves a la biblioteca pública de Guadalupe, en el cantón de Goicoechea, para a revisar su correo en una computadora del centro.
"Quiero saber cómo están mis amigas de Nueva York. Además, vengo para leer el periódico. Ahora estoy viniendo cada mes, antes venía todos los días", dijo el señor de 60 años.
En la sala contigua estaba la niña Melissa Morales, de 8 años, junto a su mamá y otras niñas, recibiendo un curso para hacer tarjetas.
Ese mismo día, en la biblioteca de Moravia, José Manuel Arce aprovechaba el Internet inalámbrico para trabajar con su computadora mientras que su hija pintaba. Niños y adolescentes jugaban videojuegos o revisaban sus redes sociales.
A esa hora, en otras de las 60 bibliotecas públicas del país, los visitantes posiblemente hacían zumba, yoga, o recibían cursos de inglés, de computación o aprendían a pintar uñas.
Todos estos servicios se ofrecen ahora en locales que antes eran exclusivamente para leer, sacar libros prestados o hacer trabajos estudiantiles. En estos centros, guardar silencio ya no es una regla.
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Lovania Garmedia, directora del Sistema Nacional de Bibliotecas (Sinabi), reconoce la transformación y la justifica.
Según Garmedia, todas estas actividades ayudan a publicitar y acercar a las personas a otros servicios más afines a la misión original de las bibliotecas, como talleres de lectura para niños de 0 a 4 años, clubes de lectura para jóvenes y adultos o la biblioterapia.
Además, se ofrecen proyectos como la biblioteca móvil (Bibliobus) o la biblioteca digital con más de 150. 000 documentos a los que se puede acceder por medio de las diferentes áreas temáticas, con archivos digitalizados que datan de la época de 1830 en adelante.
"Desde las bibliotecas se empezaron a dar talleres o cursos, todos dirigidos a diferentes públicos y tenemos un tema transversal: la lectura. Promovemos el gusto por la lectura; las actividades se hacen con el apoyo de las comunidades. Muchos adultos han redescubierto la literatura, a ellos hay que ofrecerles lo que les gusta, lo que les llama la atención para atraerlos. Las bibliotecas se han vuelto un punto de encuentro y reencuentro", aseveró la funcionaria.
Según ella, estas actividades han permitido que la visitación en las bibliotecas públicas sea de más de un millón de usuarios al año.
¿Qué se puede hacer en una biblioteca?
El pasado jueves 11 de enero, había muy poco movimiento en la biblioteca pública de Moravia. En el transcurso de dos horas, llegaron solo dos personas a consultar libros y otras tres estaban usando una computadora. En otra sala, estaba José Manuel Arce, vecino de Moravia, con su hija aprovechando el Internet inalámbrico para trabajar.
"Generalmente está así de vacía. Considero que la biblioteca debe publicitarse más, yo la conocí por accidente", contó Arce, quien visita el lugar tres veces por semana.
Para atraer visitantes, ese recinto ofrece talleres para sembrar plantas medicinales y frutales, manualidades, cursos de computación, ejercicios para adultos mayores, cursos para aprender a utilizar el correo electrónico y el Facebook, así como el préstamo de computadoras con Internet y Wi-Fi ilimitado.
“El objetivo de esas actividades es que las personas se enteren de todos los servicios que ofrece la biblioteca y de todo lo que le puede servir”, contó Monserrat Vargas, directora de ese centro.
Vargas, tiene 14 años de trabajar allí. Estima que la consulta de libros ha bajado en un 40% durante este tiempo debido, según cree, al mayor alcance de Internet y de otras tecnologías.
Según la Encuesta Nacional de Cultura, del 2014, el 51,4% de la población no leyó libros en los 12 meses previos a la consulta. El 17,5% leyó libros al menos una vez por semana y solo el 12,7% lo hizo todos los días.
Por su parte, Xinia Méndez, directora de la biblioteca de Alajuela, comentó que cada local tiene que ajustarse según su capacidad y entorno; tratar de darse a conocer y hacerse atractiva para los usuarios.
"Tenemos diversos programas como cursos de computación para jóvenes embarazadas, alfabetización digital para el adulto mayor. Vamos más allá de solo de lectura; inclusive el martes de la próxima semana tendremos un curso de biomagnetismo dirigido al adulto mayor. También, los lunes tenemos terapia psicológica para mujeres", contó Méndez.
En este centro también se dan cursos de zumba, cursos de baile para adultos mayores y charlas, entre otras cosas.
Lovania Garmedia, directora del Sistema Nacional de Bibliotecas, aseveró que los profesionales en bibliotecología son muy creativos: ellos planean y ejecutan las actividades para atraer usuarios. Todas son publicitadas en redes sociales.
Por ejemplo, en la biblioteca de Goicoechea organizan hasta partidos de fútbol con niños.
En ese centro, el pasado jueves cerca de 10 niñas y sus madres, recibían un curso para elaborar tarjetas. Marcela Barquero, una de las mamás, calificó el taller como una bonita actividad para que su hija Melissa Morales se distraiga en vacaciones.
"Les enseñan mucho y ellos pasan entretenidos. A mi hija le encanta la lectura, prefiere que le regalen un libro que una barbie", relató Barquero.
La directora de este centro, Maricel Vargas, sostuvo que estas actividades permiten atraer a usuarios que, "a veces", se interesan por leer un libro.
“Vengo como 5 horas a ver Facebook o jugar videojuegos”
Un joven de 13 años, vecino de Moravia, visita la biblioteca de la comunidad casi todos los días: después de clases y hasta en vacaciones y, si abrieran los fines de semana, también estaría allí los sábados y domingos.
Muchas veces llega solo; otras veces se pone de acuerdo con sus amigos para ir juntos.
Allí pasa entre cuatro y cinco horas, pero no precisamente estudiando o leyendo. Se la pasa viendo videos, navegando en Facebook o jugando videojuegos en la computadora.
¿Lee algún libro?, se le preguntó al muchacho. “Muy pocas veces, casi no, pero sí he pedido alguno para llevar”, contestó.
Para Montserrat Blanco, directora de la biblioteca pública de Moravia, es preferible que estos jóvenes estén en esos locales que en la calle.
“Hay cinco niños de entre 9 y 13 años que todo los días vienen a usar la computadora para ver redes sociales o jugar videojuegos porque aquí se les permite. Ellos se traen un sándwich, se van a comer fuera y luego regresan. Ellos ven videos o escuchan música; les tenemos audífonos para que no molesten a otros usuarios”, explicó Blanco.
La funcionaria destacó que si los jóvenes están en la biblioteca, pueden llegar a conocer los otros servicios que allí se ofrecen.
Por ejemplo, mencionó, el club de lectura promueve que los muchachos se lleven un libro para la casa y que luego lleguen a la biblioteca a discutirlo. Agregó que para este año, se planea dar clases de ajedrez para jóvenes.
Transformación
El Colegio de Profesionales en Bibliotecología (Coprobi) reconoce que las bibliotecas ya no son espacios diseñados únicamente para proveer de libros a los usuarios.
Bryan Chacón, asistente de la Fiscalía del Coprobi, dijo que este espacio también ayuda a las necesidades de las comunidades.
"Por ejemplo, en la zona de Puntarenas hay una biblioteca que se llena porque a los chiquillos les gusta estar ahí porque hay un play ground; en un principio se acercan , luego por los libros. El play es una forma de atrapar chicos", dijo Chacón.
Chacón manifestó que el Colegio no cuenta con datos sobre la cantidad de usuarios de bibliotecas ni para qué las utilizan.
Para Ana María Rodino, investigadora del Estado de la Educación y doctora en Educación de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, no es está mal que las bibliotecas agreguen otros servicios para atraer usuarios, pero, indicó, estas alternativas deben siempre estar ligadas a la lectura, no desconectadas de ella.
Rodino recalcó que lo primero que debe hacer la sociedad es implementar herramientas para desarrollar el gusto por la lectura, el cual se adquiere en los primeros años de vida de la persona. Con esto, según opinó, las bibliotecas nunca estarán vacías.
“Las bibliotecas han tenido que ponerse creativas para atraer al público. Es importante que tengan buena cantidad de libros; textos modernos y desarrollar actividades que, precisamente, estimulen la lectura en los chicos. La sociedad no debe dejar morir y languidecer las bibliotecas, sino contribuir a su fortalecimiento, estimulando el gusto por la lectura", afirmó la experta.
Colaboraron los corresponsales Francisco Barrantes y Carlos Hernández.