Es feliz rodeada de niños, lo cual explica por qué aprovechó la oportunidad que se le presentó para estudiar durante los últimos tres años y convertirse en asistente de Educación Preescolar, con título de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Se llama Jéssica Schifter Kleiman, tiene 33 años y nació con síndrome de Down.
Por primera vez en su vida, esta vecina de Escazú, en San José, tuvo la oportunidad de mezclarse en el campus Rodrigo Facio, en Montes de Oca, con otros jóvenes universitarios sin discapacidad.
Paseó por el pretil, recibió clases en las aulas universitarias, comió en las sodas de la calle de la Amargura y ahora, finalmente, consiguió un trabajo que le permite ser autosuficiente.
"Estoy muy contenta de haber ido a la Universidad", contestó la joven, una de los 31 graduados del Programa de Cursos Libres para la Capacitación Laboral (Procala), adscrito al Programa de Inclusión de Personas con Discapacidad Intelectual a la Educación Superior (Proin), de esa universidad pública.
El 20 de diciembre, Jéssica formó parte de la primera generación que se gradúa de Procala.
La segunda camada del programa está en formación. Además de estudiar para asistentes de oficina, preescolar o biblioteca, este segundo grupo también se capacitará para asistir en clínicas de veterinaria y restaurantes, con la esperanza de estar mejor armados para conseguir un empleo digno.
Inclusión da más oportunidades
Aunque el país ha creado leyes para proteger los derechos de las personas con discapacidad, las cifras de desempleo son muy elevadas en comparación con los indicadores de la población promedio.
En Costa Rica, hay casi medio millón de ciudadanos en esa condición. Según el Consejo Nacional de Personas con Discapacidad (Conapdis):
- Solo un 23% de quienes conforman esta población, entre los 15 y 60 años, tiene empleo.
- La mayor fuente de ocupación es el sector privado, con un 42% de los casos.
- El desempleo entre las mujeres con discapacidad es mayor: un 78% entre aquellas con edad para laborar.
- En promedio, más de la mitad de las personas con alguna discapacidad física o mental no tiene trabajo en el país.
Cerca del 2009, la UCR se percató no solo de lo anterior, sino de que quienes tenían alguna discapacidad cognitiva moderada o grave se quedaban sin oportunidades de formación tras salir del sistema de Educación Especial.
Esto, obviamente, se convertía en un obstáculo para su autonomía y desarrollo, explicó Gabriela Campos Soto, del equipo coordinador de Proin y psicóloga educativa.
Según Campos, también han detectado que en la Educación Especial la capacitación que reciben tiene deficiencias pues, en muchos casos, ni siquiera les enseñan lo básico del manejo de números, leer o escribir.
Quedan, entonces, obligados a depender de otros para seguir su vida en una etapa adulta.
Viendo el éxito que desde hace muchos años ha tenido el programa que desarrollan con adultos mayores, en el 2009 la UCR toma la decisión de iniciar con cuatro cursos libres para la población con discapacidad cognitiva moderada. Así nació Proin.
"En este momento, hay 35 cursos y este semestre (segundo del 2017) hay 120 estudiantes activos de Proin. En promedio, podemos tener un ingreso de unos 12 a 15 estudiantes nuevos por semestre. Ellos ingresan en marzo y en agosto, con el calendario de la universidad", explicó la especialista en noviembre pasado.
La oferta de cursos libres incluye, entre otros, manipulación de alimentos, salud bucodental y lo básico de computación (encender y desconectar el aparato, navegar por Internet, hacer una presentación). Para estos cursos, la UCR no da títulos.
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El programa evolucionó en el 2015. Además de Proin, ahora también existe Procala, con cursos de una mayor duración (tres años), enfocados en formar a estos estudiantes para el mundo laboral.
De ahí es donde sale la primera camada de Procala que se graduó en diciembre: un total de 31 muchachos. La mitad de ellos encontró empleo antes de finalizar y tener el título de la UCR que los acredita para laborar como asistentes de preescolar, de bibliotecas y oficinas.
Lo interesante de este programa y que al mismo tiempo lo hace único a nivel latinoamericano, es que estos jóvenes pasan a vivir en el ambiente universitario, sin ningún tipo de prerrogativa o beneficio por su condición, como un estudiante más sometido a los horarios y exigencias de un curso propio de la educación superior.
Esto, no solo le sirve a ellos. La convivencia es útil para los profesores que imparten los cursos –la mayoría, de manera voluntaria– y para el resto de estudiantes y personal del campus universitario.
"El programa se dirige a ellos. Tienen que ser mayores de edad. Tienen que ser independientes. Tienen que tener buena comunicación (darse a entender y entender a los demás).
"No tienen que estar declarados en insania o curatela. Porque los muchachos que vienen a Proin no vienen con los papás. Esto es la Universidad y vamos a trabajar con las reglas de la Universidad", explicó Campos.
Los requisitos para ingresar son los siguientes:
- Tener entre 18 y 34 años cumplidos.
- Ser egresado del sistema educativo.
- Tener discapacidad cognitiva moderada o grave (síndrome de Down o retardo mental moderado, certificado por la CCSS).
- No se tramitan solicitudes de personas con otras condiciones de discapacidad, como discapacidad múltiple.
Oportunidades
En la agencia Suzuki trabajan dos de los estudiantes de este programa.
Uno, Esteban Zamora, aún está en proceso de formación pero ya fue contratado en el área de Logística de Autos. Es el responsable de entregar los vehículos en óptimas condiciones cuando los clientes los llevan a alguna revisión.
La otra es Natalia Calvo, quien labora como asistente de oficina. Ella forma parte de los recién graduados del programa.
La gerente de Recursos Humanos de la Suzuki, Cristina Sanabria, confirmó que los muchachos tienen alrededor de dos años de laborar ahí, y lo hacen en las mismas condiciones que el resto de los empleados, sin ningún tipo de beneficio por su condición.
Sanabria no descarta la posibilidad de contratar a otras personas formadas por la UCR debido a los excelentes resultados que han tenido con Esteban y Natalia.
"Estos puestos los hicimos nuevos para formar parte de un proceso. Nosotros no somos discriminatorios ni por razones de edad ni por razones de discapacidad", dijo.
Encontrar trabajo para la población con alguna discapacidad física o cognitiva (intelectual) es tarea casi imposible.
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Por eso, que Esteban y Natalia tengan empleo es una oportunidad esperada por ellos hace rato. La disfrutan cada día al poner empeño y compromiso en sus tareas, según relatan sus propios jefes.
Rosette Kleiman, presidenta de la Asociación Síndrome de Down Costa Rica (Asidown), considera esta iniciativa de la UCR como una gran oportunidad para que esta población continúe sus estudios tras salir del colegio.
"Es un programa novedoso a nivel latinoamericano y mundial. En lo particular, no conocemos ninguno parecido. Para nosotros, como Asociación, es algo muy, muy importante porque le da la oportunidad a los estudiantes con síndrome y discapacidad intelectual de seguir estudiando y vivir el ambiente universitario. También es importante para el resto del estudiantado de la UCR, porque crea una gran conciencia y respeto a la diversidad para esta población", mencionó Kleiman.
Durante el acto de graduación, al cual asistió la segunda vicepresidenta de la República, Ana Helena Chacón, el rector de la UCR, Henning Jensen, confirmó el compromiso con proyectos de este perfil, y con el derecho humano a la educación el empleo.
"Iniciativas como estas son una posibilidad real para mejorar la calidad de vida", dijo el rector en declaraciones consignadas por la Oficina de Divulgación de la Universidad.