Somos el producto de los caminos recorridos… literalmente. La forma en que está diseñado el espacio urbano en el que nos movemos a diario determina nuestras decisiones, preferencias y moldea nuestros hábitos de convivencia.
Al menos así lo asegura la arquitecta Marcela Otárola en su tesis para optar por el máster en Historia Aplicada de la Universidad Nacional (UNA), titulada Una lectura polisémica de la ciudad de Barva.
La profesional investigó durante dos años –entre 2014 y 2015– la vida de los habitantes de ese cantón herediano, así como los cambios demográficos de ese lugar y el impacto de estos en los hábitos de socialización.
Esos hallazgos los extrapoló al resto de ciudades del país y concluyó, entre otras cosas, que el diseño urbano actual, lleno de malls, con pocos espacios para compartir tales como plazas y parques, promotor de la vivienda en torres y condominios, ha formado habitantes cada vez más individualistas.
"Todo esto tiene que ver con que vamos perdiendo un sentido de pertenencia a un tejido social. Tendemos a pensar que lo que pasa fuera de nuestra casa no es nuestro problema. La forma de socializar es distinta al contacto físico, cara a cara, a identificarme con mis vecinos", explicó la especialista.
Para Otárola, las relaciones entre los diferentes actores sociales determinan la geografía de los lugares.
"Eso es lo que hace el trazo y las distribuciones de las ciudades como tales, y define un ordenamiento", comentó.
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Pero, ¿es el modelo arquitectónico del sitio donde vivimos el que nos define, o somos nosotros los responsables del diseño actual de ciudad que tenemos, convertida en una sola masa poblacional?
"Aunque es un poco de todo, es, principalmente, el desarrollo inmobiliario que estamos teniendo ahora; la proliferación de los condominios, por una parte, pero también con la forma en que se están desarrollando las ciudades, y en esto tienen que ver los gobiernos locales", enfatizó la experta en arquitectura e historia.
Y, si los lugares donde habitamos reúnen esa serie de inconvenientes para relacionarnos con los demás, entonces, ¿cómo somos nosotros?
Una sociedad 'ensimismada'
Según Otárola, al hecho de que compartimos en formas cada vez más impersonales –por redes sociales, por ejemplo– se añade el estilo de vida actual, que poco promueve la vida en familia.
"Tenemos horarios de trabajo exhaustivos, lo que implica que estamos más tiempo en el trabajo que en la casa. Incluso, socializamos más ahí", afirmó.
Otro factor determinante en el cambio de paradigma de convivencia es que, dada la cantidad de medios para informarnos, ya no es necesario congregarse en los sitios de reunión del pasado.
“La forma de informarse era conversando con los vecinos, y, de vez en cuando, leían el periódico, porque no tenían todos los dispositivos móviles que tenemos ahora… Si querían enterarse de algo iban a tertuliar en el parque, o a comprar a la pulpería”, aseveró.
Epicentros de interacción
En Costa Rica, esos nuevos patrones para departir estuvo precedido por un fuerte arraigo comunal, basado en el paisaje urbano antiguo.
Cuando se empezaron a asentar los modelos de ciudad, a partir del siglo XVIII, esta se limitaba a la plaza, las casas y el mercado alrededor de una iglesia.
Las plataformas de socialización eran pocas en comparación con la actualidad, pero suficientes, consideró la investigadora.
"Como la mayoría de la gente vivía alrededor de la plaza, cuando llegaban de trabajar, se reunían ahí a conversar, a hacer vida social", contó.
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Era esa convivencia la que le otorgaba un 'alma' a los focos poblacionales, indicó.
"Las ciudades son espacios de relación; no solamente son edificios puestos de una forma azarosa, sino que tiene que ver con cómo se van dando las relaciones políticas y las funciones económicas y hasta religiosas que se dieron al inicio en nuestro país", prosiguió.
Diseño urbano deseable
Es, entonces, hora de plantearse la pregunta: ¿cuál sería el entorno propicio?
Vivir en ciudades donde las personas no deban invertir tanto desplazándose a sus centros de trabajo, sugirió Otárola.
Asimismo, estos sitios deberían combinar los servicios necesarios para satisfacer las necesidades en todas las áreas de desempeño personal.
"Que puede tener a mis hijos en centros educativos cerca de mi comunidad, que mis espacios lúdicos, el gimnasio, por ejemplo, estén cerca. Que también haya un oferta comercial para hacer mis compras cerca", argumentó.
En cuanto a los pasos que han ido dando municipalidades como la de San José, Cartago y Curridabat –por citar algunas– con actividades que promueven la apropiación del espacio urbano, como los recorridos históricos por las ciudades, así como nuevos parques y demás estructuras para la convivencia, la especialista considera que, aunque se trata de acciones loables, la mayoría están dirigidas a ciertos grupos y no satisfacen toda la demanda.