Si comparamos la historia de Bryan Sánchez Pérez con la de otros motociclistas accidentados, es probable que coincidamos en que no le fue tan mal luego de chocar contra un vehículo liviano, el 1.° de noviembre del 2022.
Sin embargo, para este joven puriscaleño de 21 años, ayudante de bodega, esa experiencia y las secuelas en su brazo izquierdo le cambiarán la vida para siempre.
Conversamos con Sánchez el 25 de enero, un día antes de que terminara su terapia de rehabilitación en el Hospital del Trauma, administrado por el Instituto Nacional de Seguros (INS), como parte de un proyecto informativo especial sobre accidentes en motocicleta.
Para ese entonces, ya lograba mover su brazo izquierdo, que el día del choque tuvo exposición del radio, uno de los huesos laterales.
Antes de dejar el hospital, nos comentó, resignado, que una de las secuelas de aquella experiencia será un dolor crónico, de por vida. En la escala de 1 a 10 donde 10 es la intensidad de dolor más fuerte, Sánchez sufre en escala de 7, y no le se calma con los analgésicos usuales.
La rehabilitación que recibió después de la cirugía es la que le permitió recuperar fuerza y movilidad en su brazo, pero nunca como antes del accidente. Ni él ni su brazo volverán a ser los mismos.
“Ya hoy (25 de enero) termino terapia y mañana empiezo a trabajar. Todo pasa. Es paciencia, pero la mente es muy traicionera y, como uno está desocupado, comienza a ahuevarse. Cuando uno sale de la operación, sale con el brazo tieso y ahí es donde uno comienza a pensar.
“¡Juepucha, es duro! Sí afecta bastante, tanto en lo personal como en lo emocional. Tal vez el tiempo lo dirá, pero uno no queda igual. La movilidad no la retoma uno, la fuerza tampoco. Lo que hacía en el trabajo ya no voy a poder hacerlo. Cambian las cosas. También como motociclista uno aprende: a cuidarse más y a cuidarse de los demás”, dijo Sánchez.
De bici a moto
Desde chiquitillo, a Bryan Sánchez le gustaba divertirse en dos ruedas. Empezó con las bicicletas. Luego, le gustaron las motos.
“Por la casa pasaba un muchacho en moto y, cuando yo lo escuchaba, salía a ver. Como a los 15 años, me compré una montañerilla con los ahorros del colegio. Ahí, aprendí solo en caminos de lastre. La primera salida fue para el zanjón (se ríe). Y así aprendí solito. Ningún accidente en moto. Cholloncillos, pero accidente accidente no”, resume el joven.
El de noviembre es el primero de gravedad que le ha sucedido.
“Venía del trabajo e iba hacia la casa. Iban a ser las 4:30 p. m., estaba lloviendo. Faltaba como un kilómetro para llegar a la casa. Siempre pasaba por ahí. No es un sitio tan transitado. Quien manejaba el carro era una señora, vecina de ese barrio. Iba con su chiquito… estaban todos asustados.
“Por El Girasol, después de Puriscal, yo iba relativamente despacio, por dicha, porque de bajada son muchas vueltas. Desafortunadamente, en una de esas hay una entrada a un barrio, y ahí me salió el carro. Lo pegué por la puerta. Al caer, sentí el abdomen caliente. Pensé que me había reventado algo. Hago a levantarme y veo la mano… me la quebré en dos partes”, relata.
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Ahí empezó su ruta hacia San José: pasó al CAIS de Puriscal, donde le pusieron morfina para calmar el intenso dolor y, luego, fue transferido al Hospital San Juan de Dios, en la capital, en donde la experiencia no fue la mejor, según dijo.
“Llegué al San Juan de Dios a las 6 p. m., pero como hasta las 9 p. m. me fueron montando los huesos. Me pusieron un yeso. A la medianoche, me tuve que trasladar por cuenta propia al Hospital del Trauma porque del San Juan me enviaron para la casa, enyesado, y empastillado con tramal”, comentó.
En el Hospital del Trauma le quitaron el yeso, y ahí vio que su mano y brazo estaban morados. La cobertura del accidente se realizó con la póliza de riesgos del trabajo (RT) por ser un percance que sucedió de regreso del trabajo.
En el Hospital del Trauma lo operaron y le dieron terapia para rehabilitar el brazo lesionado.
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Bryan Sánchez dice que siente como una pega cuando intenta mover su brazo izquierdo. “Se siente como un tope por donde el brazo no pasa. Igual siento el dolor. A la hora de despertarme, el dolor aparece como presión… Debo tomar medicamentos porque quedé con ese malestar.
“Espero llevar todo con calma para que lleguen tiempos más tranquilos”, dijo antes de agarrar la misma moto con la que se accidentó en noviembre y tomar rumbo hacia Puriscal en espera de una cita médica de seguimiento, programada para el 1.° de agosto.