Esteban Alfonso Penrod Padilla conoció a una pareja de turrialbeños en una celda de detención en un aeropuerto israelí, mientras él fungía como cónsul de Costa Rica en ese país, en 2013.
Lo llamaron en busca de ayuda y le confesaron que habían llegado a ese país sin contactos ni dinero, porque iban a dar un riñón.
Los ticos eran los esposos Norman Solano Quesada y Rosa Nelly Barquero Aguilar, quienes habrían viajado hasta aquella nación asiática para vender un riñón por el que habrían recibido la oferta de ¢10 millones de parte del médico Francisco Mora Palma.
Este diplomático costarricense con 20 años de carrera, hoy es embajador de Costa Rica en Israel con recargo de las funciones consulares.
Penrod Padilla declaró por casi 40 minutos como testigo de la Fiscalía la mañana de este jueves, vía teleconferencia, desde la ciudad de Ramat Gan, donde reside.
El diplomático fue quien tomó la declaración jurada a Solano y Barquero mientras estuvieron detenidos en el aeropuerto israelí.
Esa declaración está entre las pruebas en el juicio que se sigue por el delito de trata de personas con fines de extracción ilícita de órganos.
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En el proceso hay cinco imputados. Uno de ellos, el exjefe de Nefrología Francisco Mora Palma, a quien la acusación del Ministerio Público le atribuye ser el líder de una red para la extracción ilícita de riñones, órganos que, al parecer, fueron trasplantados a enfermos extranjeros después de pagar, al menos, $140.000.
También aparecen como imputados otros tres médicos (dos urólogos y un especialista en Vascular Periférico), y un comerciante griego, supuestamente vinculado con el reclutamiento de posibles donantes.
Este juicio se inició el 11 de setiembre y está programado para finalizar el 30 de noviembre. En el debate se escucharán 45 testigos; 25 de ellos aportados por la Fiscalía.
'Víctimas de un hecho anómalo'
Entre las funciones de cualquier cónsul está la de acudir al llamado de auxilio de nacionales. Y eso fue lo que hizo Penrod cuando Norman Solano y Rosa Nelly Barquero solicitaron su presencia en el aeropuerto israelí.
"Era una pareja de costarricenses. Recuerdo el nombre de Rosa Nelly (Barquero Aguilar). Cuando comencé a interrogarlos me di cuenta de que era gente muy humilde, que no habían salido del país anteriormente y me confesaron que no tenían dinero y que no venían a trabajar acá", relató el embajador.
Según Penrod, en un momento de la conversación Norman Solano le confesó la verdad: que estaban ahí para una extracción de riñón, pero que no tenían el contacto. Habían sido detenidos por comportamiento sospechoso.
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"Ellos estaban muy, muy nerviosos; los dos. (...) me relataron una serie de hechos personales, de situación económica difícil. Yo les recomendé que pusiéramos por escrito lo que me estaban relatando en relación con la extracción del riñón, y que me dieran nombres en Costa Rica de los contactos y de cómo fue que llegaron al punto de salir del país.
El diplomático asegura haber tomado nota de todo lo que se discutió. La información quedó consignada en una declaración jurada en su protocolo; luego, según dijo, él dio parte a las autoridades de Cancillería.
Fue esa declaración jurada la que permitó la deportación casi inmediata de los entonces esposos hacia Costa Rica, según comentaron Solano y Barquero, por aparte, en su declaración del miércoles 4 de octubre.
Penrod después confirmó que la deportación se dio porque la pareja estaba en una situación de riesgo migratorio.
"Hay muchos riesgos. El problema es que ellos como costarricenses no deberían de quedar detenidos por ningún tipo de delito. De hecho, no se había cometido nada. Se asiste al derecho de ellos como las víctimas en un caso de trata internacional para tráfico de órganos, en este caso, de extracción.
"La preocupación mía como cónsul era su bienestar y su más pronto regreso a Costa Rica. Porque obviamente ahí estaban en indefensión: no conocían el idioma, no tenían mayores pertenencias, se quejaban mucho de hambre.
"Ambos estaban muy nerviosos y yo me preocupé mucho por ellos. De corazón, sentí que eran víctimas por su situación económica. Todo eso me impulsó a hacerles saber que era necesario poner por escrito lo que me relataban porque es mi obligación no solo defender los intereses de los costarricenses en Israel, sino también denunciar cualquier tipo de situación anómala o en la que se puedan ver envueltos costarricenses como víctimas de cualquier tipo de irregularidad o delito", enfatizó el embajador.
"Ambos estaban muy convencidos en denunciar la situación y creo que el motivo fue porque se sentían muy mal anímicamente. No solo no los recibieron en el aeropuerto, sino que venían sin un cinco.
"Recuerdo que el muchacho lo que tenía era una tarjeta de débito local de Costa Rica. ¡Más nada! ¡Ni un dólar siquiera! Y estar ahí encerrados, separados, con hambre, con frío, sin oír español y rodeados de gente de otras nacionalidades –también detenidos–, les generó una necesidad de denunciar por qué se encontraban en esa situación", agregó el embajador.
Penrod Padilla también confirmó que a su llegada al aeropuerto otras personas estaban ahí indagando acerca de cómo sacar a la pareja de ese sitio.
"Pero no recuerdo nombres ni tampoco quise hablar con ellos más allá de identificarme yo como cónsul, hacerles saber que ellos eran víctimas de una situación anómala. Mi interés no era esa gente, era auxiliarlos (a la pareja)", aclaró.