Johnny Díaz Bustos tiene ¢5 millones instalados en su pecho. Tras sufrir su primer infarto, a los 55 años, le realizaron un cateterismo de urgencia en el Hospital México. En esa ocasión le instalaron dos estents y cada uno de estos dispositivos, en promedio, cuesta ¢2,5 millones.
Este herediano forma parte de las estadísticas del México, según las cuales dos de cada tres cateterismos que realizan son a pacientes de Urgencias.
Hace dos años que Díaz es hipertenso, mas, pese a esto, nunca creyó que sentiría la pata de un elefante sobre el pecho: el infarto. “Yo fumé durante unos ocho años, pero lo dejé hace como 16. Las secuelas quedaron”, contó el 6 de abril, mientras veía el partido del Real Madrid contra el Wolfsburgo alemán.
Junto a él está otro exfumador, Jorge Vindas Arroyo, de 65 años. Él consumía hasta 40 cigarros diarios y lo hizo durante 52 años. A Vindas también le realizaron un cateterismo para poder colocarle dos estents.
El infarto que lo llevó a una de las dos salas de hemodinamia del Hospital México lo sufrió durante una cita de control, en que los exámenes le revelaron un incremento anormal de enzimas. Ese era el síntoma del infarto en proceso.
Tanto Díaz como Vindas admiten que la atención que recibieron fue rápida e inmejorable.
Probablemente, cuando salga esta nota ambos estarán recuperándose en sus casas, con la promesa de portarse mejor para no volver a visitar el hospital con una urgencia coronaria. Ese es, al menos, el propósito de enmienda.