El 18 de diciembre, el Vaticano emitió la declaración Fiducia supplicans del significado pastoral de las bendiciones, en la cual autorizó a religiosos católicos a administrar bendiciones no litúrgicas a parejas del mismo sexo, en unión libre y a matrimonios civiles. Eso sí, bajo un estricto protocolo.
El documento suscitó tantas críticas y fuertes emociones (ha sido tildado de blasfemo y hereje dentro del catolicismo) que sus autores en el dicasterio para la Doctrina de la Fe brindaron explicaciones adicionales y una guía práctica.
Estas bendiciones pastorales, para que se distingan claramente de las litúrgicas o ritualizadas, ante todo deben ser muy breves, ordena la Santa Sede.
De acuerdo con Fiducia supplicans (punto 38), deben consumir apenas pocos segundos, sin Ritual ni Bendicional. “Si se acercan dos personas juntas a implorarla, sencillamente se pide al Señor paz, salud y otros bienes para esas dos personas que la solicitan”, se lee en el texto.
Desde su divulgación en diciembre, la Iglesia ha dicho en repetidas ocasiones que esta forma de bendición no ritualizada, con la simplicidad y brevedad de su forma, no pretende justificar algo que no es moralmente aceptable.
“Evidentemente no es un casamiento, pero ni siquiera es un visto bueno ni una ratificación de nada”, insiste el Vaticano. Es solo la repuesta de un pastor a dos personas que piden la ayuda de Dios. Por eso en ese caso el pastor no pide condiciones ni quiere conocer la vida íntima de esos sujetos, advierte Roma.
Según la Iglesia, algunos de sus religiosos han expresado que les cuesta entender cómo podrían ser estas bendiciones, por lo cual ofreció un ejemplo concreto en un comunicado emitido el 4 de enero anterior.
Este plantea una situación hipotética en la cual, en medio de una peregrinación, una pareja de personas del mismo sexo o divorciados en una nueva unión, se acercan al sacerdote a pedirles su bendición para obtener empleo, sanar una enfermedad o algún otra necesidad.
En ese caso, dice el comunicado, el sacerdote puede decir una simple oración semejante a la siguiente: “Señor, mira a estos hijos tuyos, concédeles salud, trabajo, paz, ayuda mutua. Libéralos de todo lo que contradice tu Evangelio y concédeles vivir según tu voluntad. Amén”. Luego finaliza con el signo de la cruz sobre cada uno de los dos.
Son 10 o 15 segundos.
Como una forma de enfatizar la conveniencia de extender este tipo de gesto, la Santa Sede ofreció en su comunicado estas preguntas de reflexión para fieles y religiosos con dudas: ¿Tiene sentido negar este tipo de bendiciones a esas dos personas que la suplican? ¿No vale la pena sostener su fe, poca o mucha, auxiliar su debilidad con la bendición divina, dar un cauce a esa apertura a la trascendencia que podría llevarlos a ser más fieles al Evangelio?
En caso de dudas ...
Por si quedaran dudas, la Declaración agrega que cuando la bendición sea pedida por una pareja en situación irregular, “aunque se confiera al margen de los ritos previstos por los libros litúrgicos, esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos”.
Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio y aplica cuando la bendición es solicitada por una pareja del mismo sexo (punto 39), en unión libre o un matrimonio civil.
Se entiende, por lo tanto, que no debería realizarse en un lugar destacado del templo o frente al altar, porque esto también crearía confusión.
“Por esto, cada obispo en su diócesis está autorizado por la declaración Fiducia supplicans a habilitar este tipo de sencillas bendiciones, con todas las recomendaciones de prudencia y cuidado, pero de ninguna manera están autorizados a proponer o habilitar bendiciones que puedan asemejarse a un rito litúrgico”, reza el comunicado del Vaticano.